Análisis

JOSé MARíA ESTEBAN GONZáLEZ Arquitecto

La venta del espacio público en Cádiz

"Hay que poner rayas y límites a la ocupación con terrazas de un terreno que es de todos"

Las plazas y espacios públicos surgieron en las ciudades, no solo como confluencias o situaciones de continuidad más abiertas entre las calles, sino que nacieron fundamentalmente con el fin de reunir a sus ciudadanos, cederles un lugar de encuentro, relación, libre uso y para generar un sentimiento común patrimonial de algo propio y compartido.

En la herencia urbana de las ciudades mediterráneas, que es a las que nos debemos, sus foros, estóas y pórticos a cubierto significaron una conquista patrimonial en el tiempo, frente a la propiedad privada, que en derecho romano determinaba la potestad absoluta e inalienable de cada dueño.

En Cádiz no podemos decir que gocemos de grandes plazas. No hay tantas como en otras ciudades, ya que es una ciudad muy apretada, por lo menos en el Casco histórico. A una anchura un poco mayor de la vía se le denomina plaza, como por ejemplo Viudas, Jesus Nazareno o Gaspar del Pino, entre otras. Incluso con la accesibilidad las aceras se van convirtiendo en calles. Ir agobiando el espacio público de plazas y aceras con el uso cada vez más apropiado para la hostelería y otros usos privativos, debe hacerse con el mayor de los cuidados.

Por supuesto que soy de los que piensan y disfrutan en un espacio abierto con mesas y sillas para tomar algo, es una delicia que hay que disfrutar y es parte de nuestra manera ancestral de entender esos espacios públicos. O un carrusel para los niños. El problema se plantea cuando hay un desmedido, y repito por poco acotado, afán de privatizar esos espacios públicos llenándolos de veladores y objetos cada vez más denso y desmedido. La solución, como con las palomas y la gentrificación de los centros históricos, deben estar claramente en su regulación. Les cuesta la misma vida acordarlas, entre la institución ciudadana, la de hostería y ofertas lúdicas, y controlar su cumplimiento. Además, ocurre que como los que también ocupamos las mesas y sillas en el espacio de todos, solemos ser expansivos y semovientes al máximo, nos pasamos continuamente en las ocupaciones.

Es necesario poner rayas y límites para evitar esos contornos difusos que nos dejan "aprovechar" más de la cuenta estos lugares de todos. Derecho al hostelero, feriante, y derecho que le corresponde de origen al ciudadano como dueño y usuario primigenio de ese espacio. Señalicemos clara y precisamente esos pasos y estancias, y evitaremos muchos problemas. ¿No pintan los recorridos turísticos?, ¿No pintan las esquinitas de los puestos del piojito?, Pintemos y definamos claramente, según los reglamentos, pero con delicadeza, cuáles son los sitios entre el paso y uso del ciudadano y el de los usos privativos y no nos pasemos de la raya. Sería muy conveniente. Es posible que con la que viene de turismo a Cádiz, terminemos agotándonos frente al mal uso de todos, andando por encima de las mesas, y eso no deja de ser un poco molesto. Hay sitio para todos, pero con regulación, mesura y sensibilidad.

Otro tema sería: si se alquilan estos espacios del común, ¿Que gana directamente el ciudadano gaditano como dueño de ellos? Económica y fiscalmente hablando, me refiero. Lo hablamos otro día. Salud.

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