Análisis

juan torres garcía

Mayordomo de la Cofradía del Carmen

Las dos salidas de la Virgen en 1938

Tal día como hoy hace 80 años se bendijo la iglesia tras su reconstrucciónEse año la Virgen saldría a la calle el 16 de julio y el día de Santiago

Con motivo de la solemne bendición de la iglesia del Carmen en 1938, hace ahora ochenta años, la Virgen del Carmen salió dos veces a la calle. La primera de estas salidas se realiza tal día como hoy, 16 de julio de 1938, cuando tuvo lugar la solemne ceremonia de bendición del hermoso templo del Carmen, cuyas obras de reconstrucción se terminaron esos días y que ofició el Muy Ilustre señor doctor don Eugenio Domaica y Martínez de Doroño, Vicario capitular. Y la segunda salida, como era costumbre en esos años, se realiza el día de Santiago (25 de julio), pues la solemne novena daba comienzo el 16.

En 1936 se constituyó una junta de reconstrucción del templo, presidida por el que siendo ilustre por muchos conceptos, merecía el cargo por su acendrada devoción (de raigambre familiar) a la Virgen del Carmen, don José María Pemán; formando parte de ella como secretarios, don Augusto Conte, cooperador entusiasta y generoso en esas empresas y don Guillermo Supervielle, tesorero don José Antonio de Sobrino y Tourné en representación de la Hermandad y Cofradía del Carmen, de la cual era mayordomo, y los señores don Luciano Bueno, don Mariano del Pobil, don Miguel Martínez de Pinillos y don César Pemán.

El día 4 de octubre de 1936 dieron comienzo las obras de reconstrucción, dirigidas por el arquitecto sevillano Aurelio Gómez Millán. Entre construcciones y reformas estaba el tejado con cuatro buhardas, cúpula del crucero, restauración del cimborrio, construcción de la cruz de forja, reforzado de los arcos y bóvedas, construcción y colocación de molduras, apertura del arco de entrada a la nueva Capilla del Sagrario, traslado del altar de San José al que ocupaba el del antiguo Sagrario, traslado del altar antiguo de Nuestra Señora de los Dolores, nuevo Sagrario, restauración de todas las imágenes. Fue también reconstruido el presbiterio y ampliada su escalinata, se tallaron nuevos atriles como los antiguos en forma de águilas que aprisionan, entre sus garras, el escudo de la Orden del Carmen. En las pechinas de la cúpula se colocaron cuadros al óleo, debidos al pincel de Fernández Yañez, que representan a San Elías, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y San Angelo, titular de la Provincia Bética del Carmen.

Cuentan las crónicas de Diario de Cádiz que el 16 de julio de 1938 a la hora anunciada estaba la Iglesia hermosa, en su construcción, en su exorno y en su concurrencia, que era tanto que no podía darse un paso. La nave central estaba ocupada por la Venerable Hermandad y Cofradía y en el presbiterio, autoridades y representaciones civiles y militares. El alcalde Juan de Dios Molina apadrinó el solemne acto y con muy sentidas palabras dijo al Padre Mariano de San José, superior de la comunidad, que la corona de flores entregada para la Virgen del Carmen era la ofrenda del pueblo de Cádiz. Tarea difícil es citar los nombres de las personalidades que asistieron: Jefe de Estado Mayor, señor Chantre; canónigo señor Benítez Duarte; Reverendos padres Zamarripa y Garaboa; padres marianistas; don José María Pemán, Consejero Nacional; gestor municipal señor Ogalla; don Esteban Yáñez, don Amelio Gómez, don Eladio Campe, don Joaquín Fernández Repeto, o el arquitecto director de las obras de la Iglesia, que recibió muchas felicitaciones.

El vicario capitular dirigió muy elocuente plática explicando cuánta es la grandeza de la casa de Dios, que es también casa de oración. Tuvo frases de piadosa consideración para los desgraciados que profanaron este hermoso templo, exhortando a todos a que no dejen solo a Dios en su casa, que está en ella realmente presente en la Sagrada Eucaristía. Recordó su actuación como capellán de una empresa marítima y dice que fue Cádiz siempre tan amante de la Virgen del Carmen, que su imagen siempre estuvo en los hogares, en los barcos y en el pecho de los trabajadores del mar.

Se trasladó desde la capilla el Santísimo Sacramento, bajo palio, cuyos varales llevaban los señores cofrades don José Bedoya, don Guillermo Summers, don Guillermo Supervielle, don Jerónimo Pérez Gardon y el señor Fernández Pont; el Lábaro era conducido por don Jorge Roquette; llevaban cirios los hermanos de la cofradía presididos por su mayordomo don José Antonio de Sobrino, cantándose el Tantum Ergo y el Himno Eucarístico. Se dio la Bendición con S. D. Majestad, cantándose Salve solemne por un conjunto de profesores y orquesta, terminándose con la plegaria popular del Carmen.

Al azar, bandas de cornetas, orquesta y armoniun interpretaron el Himno Nacional, y con la adoración a Jesús Sacramentado se izaban en las almas de los concurrentes las banderas de la Fe para rendirlas ante las plantas de la Virgen del Carmen, que momentos después escoltada por los marinos salía procesionalmente del templo entre aclamaciones de la concurrencia y aplausos del numeroso público que aguardaba en la Alameda. Conducida ante la Cruz de los Caídos (se colocó una Cruz de madera en el Baluarte de los Mártires, donde después estuvo la fuente de Benllure) donde se celebró el emocionante acto de ofrenda de oraciones y flores; una sección de señoritas, las pertenecientes a Falange Española Tradicionalista y de las Jons, con ramos de flores, y otras de marinos con coronas dieron guardia en el solemne momento del homenaje a los Caídos; la sección de flechas navales cantó la Oración. El vicario capitular rezó un Padrenuestro, regresando la Virgen a su templo, para finalizar el solemne acto con el canto de la Salve.

Detrás del paso iban presidiendo, el vicario capitular, el jefe de Estado Mayor, el Gobernador Civil, el alcalde, el presidente de la Diputación, el presidente de la Audiencia y el Fiscal.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios