Análisis

aNA SOFÍA PÉREZ- BUSTAMANTE

Con y sin pijama

Este verano con un mismo vestido me he hecho tres bodas. Tres novias blancas y radiantes; tres bodas de lo más entrañable, espectacular y libérrimo. Una boda es un rito de paso. Un rito de paso, según el antropólogo Arnold van Gennep, es "un conjunto específico de actividades que simbolizan y marcan la transición de un estado a otro en la vida de una persona", y es importante porque oficializa la relación del individuo con la comunidad. A la altura de 2018 en Europa parece imperar un equilibrio perfecto entre las costumbres ancestrales, los ritos católicos y el estado laico, y las bodas se las administra cada cual con sus cadacuales. Yo he ido a la tercera boda de una amiga de mi edad. Se casó de blanco por lo civil, le tiramos arroz en el sentido simbólico de la fecundidad (ella es artista), y luego nos llevaron en un viaje de ensueño por el río Spree al son de un cuarteto que tocaba swing berlinés en un barco que se llamaba Philippa. Éramos intensamente felices. He ido a la primera boda de un amigo de la infancia de mi hija, que se casó por la iglesia con ese párroco que tanto nos gusta de Santo Domingo. Él iba de chaqué y le tiramos arroz de colores en el sentido más literal de la fecundidad (y en cualquier otro), y luego fuimos intensamente felices en el Hotel Atlántico, donde los novios nos obsequiaron con un vals-rock & roll nupcial que nos hizo reconsiderar la imagen de timidez que teníamos de Manolito. Y he ido a la primera boda de un sobrino, que se casó por lo civil en una masía de Tarragona en una ceremonia a la que asistió su amado perro Harvey y donde todos pudimos llorar de emoción porque era evidente cuantísimo se querían y cuantísimo se habían esmerado para que compartiéramos su amor. Les tiramos arroz de colores para que crecieran y se multiplicaran todos, personas y canes y masoveros y nosotros mismos, que andábamos por ahí siendo felices y dándolo todo a ritmo latino y casi ya sin pijama. A dónde quiero llegar. Pues al hecho de que seguimos siendo criaturas simbólicas que protocolizan sus ritos de paso, pero en lo que a bodas se refiere hemos alcanzado un estado óptimo entre el respeto a las creencias o sentimientos del individuo y su aceptación en la colectividad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios