Pepe Mendoza
Feliz Año Bueno
Con los tratados que dieron lugar a la denominada Paz de Westfalia, 1648, se ponía fin, no sólo a la llamada Guerra de los Treinta años, sino al desplome definitivo de los ideales de la Corona española y del César Carlos V de una Europa unida bajo las dos espadas (utrumque gadium) de las que hablara el papa Gelasio ya el siglo V: la temporal (el Imperio) y la espiritual (el Papado), quedando aquel sometido al segundo en caso de litigio, evidentemente. Tras este hito histórico, la hegemonía de las Españas se empezaba a diluir lentamente hasta llegar al Tratado de París de 1898, fecha que, no sólo sirve para dar nombre a una generación de escritores ilustres, sino asimismo para perder los últimos dominios de España en el mundo, perdiéndose Cuba, Filipinas y Puerto Rico.
Sirva esta información histórica, no sólo para recordar brevísimamente la Historia de Europa a aquellos que la supieren, como a los que aún la desconozcan.
Pues bien, en el Novelty se dio otro derrumbamiento colosal; pero ahora en el frívolo terreno de la pelota. Así como la España de Felipe IV deja de ser la potencia hegemónica de Europa, de modo parecido, pero más inofensivo, le ocurre al Real Madrid en el café Novelty en la tardinoche del dos de mayo de 1962. A partir de ahí la soberanía del fútbol, en el continente que le dio luz al mundo, desaparece, y su lugar lo van a ocupar distintos equipos: Benfica portugués, Inter de Milán, el mismo Milán y otros; pero ya ningún once llegaría a alcanzar la continuidad hegemónica del Real Madrid, pues sus mandatos europeos no pasarían nunca de una o dos Copas de Europa a lo máximo. Quiero decir continuadamente.
El Novelty estaba de bote en bote, a tope, no quedaban ni silla ni mesa libres. Piensen que no todos los españoles tenían tele en el 62. Servidor, por ejemplo, empezó a gozar de aquella maravilla de las maravillas en marzo del 65, lo recuerdo perfectamente, pues aquel aparato era otra ventana que le poníamos al piso de Público 4, una ventana al mundo. Cuánto se lo agradecí a mi santo padre Manuel. Era fantástico, algo impresionante, el planeta en la mesita del comedor, uff, la leche. El Non Plus Ultra.
En el Novelty, cuya atmósfera se podía cortar con un cuchillo -fumar no estaba prohibido-, muy pronto empezamos a chillar como locos en aquel pequeño estadio los felices que habíamos podido coger mesa, pues empezaron a salir en la pantalla el triturador Puskas, cada día más gordito, el felino Eusebio, don Alfredo, ya un anciano futbolístico, Paco Gento, con su cara de chicuco, Aguas, Coluna, el Tejada del Barça, veloz Simoes, el bético Del Sol, etc. En el minuto 18, el soberbio Puskas, inicia el resultado. Explosión. Novelty estalla. Otra vez campeones, se dicen unos a otros. Cinco minutos después el gordito mete el segundo. Reexplosión. Multiexplosión. Vuela una silla. Arritmias. "Au bord de l´infartus", un franchuti a mi lado. Mas dos minutos más tardes, Cávem, un lateral izquierdo, inquieta al personal: marca. Continúa la fiebre de goles con otro del de siempre, Ferenc. Minuto 39. Descanso. Uno a tres. Cafés con leche. Agua helada. Niebla. Nicotina invisible. Minuto 50, Coluna agita el marcador: 2-3. Aún ganamos piensa todo el atiborrado Novelty. Cierta intranquilidad. Una negra pantera surte por el café en los minutos 64 y 69. Eusebio. Un imperio se desploma.
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