Buena ha liado el Ayuntamiento de Córdoba con su polémica campaña contra la violencia de género: “No quiero ser como papá”. Campaña que solo duró unas horas en ser retirada, pero que sin duda, ha generado un amplio tema de debate del que nadie se ha escapado.

Aunque, los propios impulsores de ésta efímera campaña se dieron cuenta de la polémica que había creado en redes sociales, fueron ellos los que horas antes la defendían, explicaban y dieron curso.

Rectificar es de sabios, siempre lo pienso, pero como siempre, el daño queda hecho y claro, no es por ser rencoroso, pero es que ha tocado un tema que a muchas personas (y yo no generalizo, como ha hecho la campaña) nos ha dolido; como padres y como hijos.

Como padre, porque me daría pánico que mi hija hubiese leído ese cartel en la calle y me hubiese preguntado que por qué, no debe ser como papá.

Una campaña que está dirigida, entre otras cosas, a que las familias no se rompan como consecuencia de la violencia (ni de género, ni doméstica), violencia a secas, realiza a primer golpe de vista, la fractura del seno familiar, destruyendo por completo la figura paterna y por consiguiente quitándole ser ejemplo de vida.

Como hijo, pues porque me parece un insulto para aquellos padres, como por ejemplo el mío y el de muchos de vosotros (sigo sin generalizar), que se han dejado o dejan su vida para dar todo lo mejor a sus hijos y por consiguiente son claro ejemplo de figura paternal.

Aquellos padres, que amaron y aman a nuestras madres ¿De esos no se hablan? ¿Esos no se publicitan?

¿Por qué no se hace una campaña a la inversa? Quizás, si como decía la campaña, educáramos desde el amor, poniendo una imagen de un matrimonio feliz junto a sus hijos y pusiera “yo quiero ser como papá”, o mejor, “yo quiero ser como mis papás” quizás de esta forma, estaríamos haciéndolo muchísimo mejor, pero claro, el objetivo feminista (ojú donde me estoy metiendo) no estaría conseguido.

Para muchos (y sigo sin generalizar) la figura paternal ha influido muy positivamente en nuestra forma de ser y por supuesto también la maternal, así que diré siempre a boca llena, “yo quiero ser como mis papás”.

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