El malpensado

Balas de plata

16 de junio 2025 - 06:00

Dicen las fuentes socialistas que el presidente Sánchez se ha encerrado a reflexionar en Quintos de Mora (Toledo) aunque el malpensado considera que lo que está es inmerso en un gabinete de gestión de crisis y damage control. Todo dependerá de diversas hipótesis, como es habitual. El malpensado piensa que Pedro es el número uno, el muñidor de toda la operación de mordidas, y que bajo sus alas han operado sus manos derechas, sucesivamente. Lógicamente, piensa esto desde el análisis subjetivo de los indicios que ve o la mera sospecha maledicente, porque por ahora mismo no hay una grabación o mensaje de voz que conecte directamente a Sánchez con Ábalos, Cerdán y Koldo. O no la han publicado aún, me corrige.

Claro está, el malpensado -que podrá ser (o no) correligionario del PP- dice que en el supuesto de que Pedro I «el guapo» sea inocente, nuncam podrá dejar de ser responsable por la culpa in eligendo e in vigilando al elegir y no vigilar a sus dos últimos secretarios de organización. Y por tanto, debe dimitir. Pero no se lo cree. El malpensado, digo, ni de coña. Sánchez no dimitirá ni aunque lo encuentren acuchillando en el pecho a la pajarraca en el hemiciclo, como una Chusa cualquiera.

El malpensado tiene claro que Pedro Sánchez es el líder de una organización criminal bajo la que han trincado un montón de políticos corruptos, que han utilizado el Ministerio de Fomento para cobrar comisiones ilícitas, lucrarse con los rescates aéreos, pegarse fiestas confinadas en paradores, y darse vidorras, en general. Es decir, ser feministas militantes con volquetes de prostitutas, seleccionadas por catálogo. Vamos, que Netflix podría comprarle a Koldo los derechos de su historia y nacería una galardonada serie que haría olvidar a The Sopranos.

Además, el malpensado analiza los movimientos en la sombra del Sanchismo, las modificaciones legislativas para bajar o subir penas en función del interés particular, las ayudas penológicas al independentismo y los indultados. El control del Ministerio Fiscal por parte de Sánchez le parece indudable, viendo la defensa a ultranza que se hace del Fiscal General del Estado -un chufla al que han cogido fuera de juego- y que la propia Fiscalía, esa que depende del Gobierno (sic), se opone a todas las acusaciones inoportunas, al tiempo que el Sanchismo tilda a la judicatura de facha y se escuda en el lawfare para hacerse la víctima. La última reforma ha despejado las dudas del malpensado: los cambios legislativos exprés. Una ley de eficiencia procesal que desmorona una administración de justicia ya de saldo, la presumible entrada a dedo en la carrera judicial y fiscal de quien diga el Gobierno -saltándose los principios de igualdad, mérito, y capacidad-, y el intento del Ministro "Bulaños" de quitar la instrucción a los jueces para dársela a los fiscales. Sí, a los que dependen del imputado FGE, García Ortiz. Miedo le da al malpensado.

Ya no hay pseudomedios, ni panfletos de ultraderecha, ni pollas en vinagre, piensa el malpensado. El trabajo de investigación y destape que han hecho periodistas independientes ha sacado los colores a los veteranos y del "establishment". El malpensado tiembla sólo de pensar en las presiones que han tenido que sufrir esas valientes periodistas, las Ketty Garat, Teresa Gomez, Ángela Martialay, Laura Garófano, etc: las inspecciones de Hacienda, de Trabajo, los anónimos, las llamadas ocultas ("sé dónde estudian tus hijos", etc).

No nos engañemos -reflexiona el malpensado, remedando a John Dutton, mientras ve la temporada 5 de Yellowstone-: esto es la guerra y siempre ha sido así de sucia, aunque ahora esté en tablas. A los socios de Sánchez les da soberanamente igual (nunca mejor dicho) que la sombra de la corrupción se cierna sobre él, Montero, Armengol y todos los que lo apoyan. Por eso no habrá moción de censura, porque no valdría para nada más que darle fuelle a Sánchez y quemar (más aún) a Feijóo. Así que el malpensado lo tiene claro: la única opción que hay de que se adelanten elecciones o finalice este gobierno corrupto su mandato es que la prensa lleve al Presidente a un precipicio del que ya no pueda escapar. O sea, que como consecuencia de alguna filtración, grabación o documento, reciba una citación para declarar como investigado ante el Tribunal Supremo (la Fiscalía se opondría, claro está). Aún así, el malpensado duda de que Sánchez dimitiera, porque tiene las garras enraizadas ya en el trono. Y abajo sólo le espera el abismo.

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