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He de reconocer que, cada año, cuando se acercan las fiestas navideñas y tachadme de lo que queráis, desde que contamos con el actual equipo de gobierno en nuestra ciudad nos hemos convertido en unos auténticos privilegiados.
A menudo echo la vista atrás y recuerdo cómo, de pequeño, hace ya más de treinta años, para buscar esa ilusión y esa magia navideña era necesario subirse al coche y salir fuera. En mi caso, Jerez era el destino habitual.
Cualquier alumbrado parecía más original, más clásico y, sobre todo, impregnaba al visitante del ambiente propio de la época. Habíamos vivido años distintos, no de dejadez, ni mucho menos, pero sí muy alejados del esplendor que hoy disfrutamos.
Hay quien dice que, en la actualidad, existe un exceso de celebraciones durante el mes de Navidad. Yo, que lo vivo ahora como padre y que también lo viví desde el otro lado de la barra en la calle Santa María, siempre defenderé que este es el mes de Navidad que El Puerto se merece.
No soy yo quien pone un plato en la mesa gracias a ninguna concejalía. No debo favores ni tengo obligación alguna de escribir un artículo de este tipo. Tampoco soy el amigo interesado ni el parásito social que busca lo que no tiene. Pero sí soy un portuense agradecido de que, en mi tierra, las cosas se hagan bien y con gusto.
Supe que este año sería especial a principios de octubre, cuando, de madrugada, me crucé con un camión de la empresa encargada de la instalación del alumbrado navideño. Desde entonces, bastaba dar un paseo a pie o en coche para descubrir la magia ya colgada, aunque todavía apagada, en los edificios de nuestra ciudad.
El Puerto, aunque cueste creerlo, está hoy a la altura de las grandes ciudades de la Navidad en nuestro país. Y es hora de reconocerlo y agradecer a quienes son responsables de esta realidad.
Nuestro concejal de Fiestas es, sin duda, único en su especie. Pocas veces tendremos a alguien que, además de cumplir con su jornada laboral, dedique su día entero al trabajo por su ciudad y, además, sea un auténtico profesional en la materia.
Un concejal, en definitiva, de muchas luces.
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