Como todos los años, también este se ha recordado en Cuba la explosión del buque norteamericano Maine, el 15 de febrero de 1898, en el puerto de La Habana. Murieron varios cientos de oficiales y marinos. Las autoridades españolas ordenaron una investigación que demostró que fue un accidente producido en el interior del buque, pero el mando norteamericano, que buscaba un pretexto para entrar en la guerra hispanocubana por la independencia de la Isla, afirmó que había sido un ataque de España. Pocos días después los Estados Unidos nos declararon la guerra.

Décadas más tarde la Marina norteamericana reconoció, tras una investigación oficial y definitiva, que la explosión del Maine se había producido en el interior del mismo buque, sin responsabilidad alguna de España. La historia ha puesto de manifiesto quiénes mintieron y quiénes dijeron la verdad pero yo me pregunto si eso le importa a alguien. Querían un resultado y, mintiendo, lo lograron.

Pues, a pesar de ello, yo creo que sí importa el juicio de la historia. Los congresistas y senadores republicanos que han votado contra Trump, escasos en número pero repletos de valor y dignidad, serán recordados como personas honradas y auténticas. Los que, aun reconociendo la culpa del expresidente le han absuelto inventando mil y un pretextos, pasarán a la historia como cobardes y falsos. Hay una enorme diferencia entre unos y otros. No todo da lo mismo.

Hoy en día, cuando se puede decir una cosa por la mañana y otra al mediodía y otra por la tarde sin que pase nada y sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza porque el que te llamen mentiroso no significa nada ni tiene coste social o electoral alguno, hay que seguir defendiendo la coherencia, la honestidad y el respeto a la verdad. Aunque pierdas. ¡Qué importante es que cuando se hable a tus hijos de honradez sepan lo que significa esa palabra porque la han visto en su padre y en su madre! ¿O acaso hemos cambiado tanto que ya ni eso nos importa?