Imagínense

10 de julio 2025 - 07:00

Dar las cosas por hecho y confiarse de su existencia, amparándose en la tradición o lo cotidiano; da lugar a veces, a no pensar que pasaría si no ocurriesen.

Aunque a muchos no les guste, le pese a quien le pese y al igual que otros eventos que congregan un número elevado de personas en nuestra ciudad; la temporada taurina de nuestro Puerto es una de las grandes citas del verano.

Pues imagínense, solo por un momento, que no se celebrase dicha temporada. Dicho así, parece hasta simple; una anécdota. Pero con tan solo pensar en lo que dicha “anécdota” puede suponer para nuestra ciudad, ya cambia la cosa.

Olvidémonos, evidentemente del beneficio bruto que el empresario pueda sacarle a una corrida de toros en la que se llenen las más de doce mil localidades de nuestra Plaza, que a una media de 66,48 € por entrada, salen a casi 800.000 €.

Seamos más simples; pensemos en esas doce mil personas. Pensemos lo que supone, mover durante seis días casi consecutivos, la cartera de esas personas que vivirán esa tarde de toros soñada en el coso portuense.

Hoteles, bares, chiringuitos, casas de alquiler, aparcamientos, tiendas de ropa, barracas; de todo lo que te puedas imaginar, mueve indirectamente un día de toros en El Puerto.

En esta ciudad, no somos mucho de reconocer este tipo de cosas e incluso te puedes encontrar al que tiene el bar lleno y encima está rajando. Si por ejemplo no se diese la temporada y para esa misma persona supusiera una importante pérdida de beneficios, entonces rajaría también.

No intento si quiera, que te gusten o no los toros, que veas bien o mal la celebración de este tipo de eventos; vengo a exponer, primero, lo que supondría para la economía de los nuestros y segundo, para la cultura e imagen de nuestra ciudad, que en el mes de agosto sea un referente nacional del toreo.

No vengo a echarle las culpas a nadie; puesto que en toda verdad hay algo de mentira y en toda mentira hay algo de verdad. Vengo a sacudir la conciencia, de quien no hace bien su trabajo. De quien se apodera de nuestras tradiciones y de nuestra identidad, como si de un juego de Monopoli se tratase, y eso, parece que está pasando.

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