Pablo-Manuel Durio
El autobús populista de Cádiz
Tribuna Económica
El precio del oro lleva meses teniendo un comportamiento espectacular, rompió su resistencia a largo plazo y se disparó a cotas sin precedentes. Y esto ha ocurrido cuando todo hacía pensar que sucedería lo contrario, ya que las reglas clásicas señalan que el precio del oro baja cuando los tipos de interés reales suben. ¿Estamos ante un nuevo paradigma?
El informe In Gold We Trust (En el oro confiamos), cuyo título emula a la frase In God We Trust (En Dios confiamos) que llevan impresa los billetes de dólares estadounidenses, nos intenta explicar lo que está pasando. La tesis de sus autores es que hay que escribir un nuevo manual del oro a causa de cambios fundamentales que se están produciendo.
Lo comparan a cómo cuando a finales del siglo XV se cambió en el juego de ajedrez el movimiento de la reina: de poder moverse sólo una casilla en diagonal pasó a moverse cualquier número de casillas en diagonal, así como vertical y horizontalmente. El ajedrez siguió siendo ajedrez, pero se convirtió en un juego completamente distinto. El oro, como a la reina le pasó, ahora se ha vuelto también mucho más poderoso.
Primero, porque las tensiones geopolíticas están produciendo un retorno al oro como activo de reserva neutral. Si los bancos centrales ya aceleraron masivamente sus compras de oro cuando se inició la guerra en Ucrania, el preocupante conflicto desatado en Oriente Próximo está haciendo que la demanda de oro por parte de estas entidades, que además son menos sensibles a los precios, sea una pieza clave del nuevo manual.
Segundo, porque los mercados emergentes tienen una importancia económica y política creciente. En 2024, cerca de la mitad del PIB mundial será generado por los mercados emergentes, frente al 19% en 2000. Y la mayoría de los países emergentes tiene una predilección por el oro mucho mayor que los países industrializados. Y no sólo los Estados de los países emergentes experimentan la fiebre del oro, sino también sus inversores particulares.
Y China es uno de los actores principales. La enorme demanda de oro china está alimentada no sólo por el Banco Popular de China, sino también por los inversores privados chinos. Los problemas del mercado inmobiliario, el menor atractivo de bonos y cuentas de ahorro, por los menores tipos de interés, o la volatilidad de sus valores bursátiles, llevan a la elevada liquidez que existe allí a buscar alternativas.
Como consecuencia de todo lo anterior, los intermediarios del mercado del oro se desplazan de occidente a oriente. El inversor financiero occidental ya no es el principal trader de márgenes del oro. Se ha quedado aferrado a lo que dictan las antiguas reglas del oro en su relación inversa con los tipos de interés. Rechazaron la invitación a la fiesta del oro y ahora el precio de admisión es más elevado.
Podemos darle credibilidad a estos argumentos, que terminan vaticinando que el oro se pondrá por encima de los 4.700 dólares para 2030, cuando actualmente se mueve en torno a los 2.700, o no, porque todo puede pasar, empezando porque las tensiones geopolíticas se relajen. Además, aunque todavía está a años luz en nivel de confianza, habría que contar con su principal competidor, el oro digital o bitcoin. In What You Trust?
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