El Alambique
Rafael Morro
Lo que la verdad esconde
Como sabéis, ya porque me habéis leído o bien os habéis informado, nos encontramos en la segunda semana de la Misión de la Esperanza.
Esta vez me vais a perdonar que primero haga unos kilómetros y me vaya a la ciudad mariana por excelencia, a Sevilla, para luego a lo largo del artículo volver de nuevo a nuestro Puerto.
Resulta que necesito contaros que lo que estoy viviendo estas semanas en torno a la Esperanza de Triana, es lo mejor que he vivido en torno a Ella.
Sabéis, los que me conocéis, lo que me gusta un paso de palio, su movimiento, su tintineo y su candelería encendida. En varios momentos de la Misión incluso he dejado de reconocerme, cuando no he echado falta nada de lo anterior.
La Virgen me ha dado un golpe grande de humildad.
Muchas veces los cofrades normalizamos ver a nuestro Titulares, normalizamos ser costaleros de ellos, normalizamos ser del grupo más cercano a la hermandad y al vernos, reconocernos todos.
Pues bien, con los pies de nuevo en el suelo me encuentro para recordaros que ninguno sobramos, pero que somos muchos más de los que imaginamos.
La palabra devoción es mucho mas amplia de lo que creemos. La devoción no es solo del hermano, es de todo aquel que la siente y la conoce.
He sentido como la Virgen ha salido, se ha paseado y ha llegado al Polígono Sur para hacernos sentir que todos somos iguales y la primera en demostrarlo fue Ella. Bajando su mirada a la altura de la nuestra y quitándose la corona de Reina, para decirnos que Ella es una más como nosotros.
Llegar a tener estos pensamientos sobre estos hechos, no es de estar pirado ni nada por el estilo, tener estos pensamientos es de haber sentido de cerca de nuevo la Fe. Esa misma fe, que a veces nos juega una mala pasada y dejamos de creer en ella, de nuevo se ha manifestado en forma de una Misión.
Por eso te digo paisano cofrade. No te sientas nunca dueño de nada. Porque si aún no sientes que nada es tuyo, es que te estás equivocando.
El Señor y la Virgen son de quienes quieran sentirlas, porque más allá de tus fronteras personales hay mucho más de lo que te esperas.
Que claro tengo de nuevo la misión que tienen las hermandades.
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