Conversaba con una buena amiga porque le acababan de diagnosticar un cáncer. Todos sabemos que cualquier adversidad se sobrelleva mejor en buena compañía. Lo pasé mal por ella. El primer pensamiento que acude a mi cabeza y seguro que a las de ustedes si han vivido una situación parecida es el "no se lo merece". Como si la enfermedad, la desgracia o la muerte fuera algo ajeno a la vida diaria o nos tenga siempre que sorprender por inesperadas. Como si en nuestra sociedad medianamente dichosa, estuviéramos siempre protegidos ante los problemas.

Si hay un deseo común es que, por encima de todas las dificultades, las personas queremos, necesitamos e intentamos seguir estando sanas. Nos sentimos con derecho a ello y nos asombra recordar nuestra vulnerabilidad.

Que pregunten al tercer mundo… Cuando cada día aparecen los datos de mortandad en otros lugares, por pandemias o catástrofes, nos acostumbramos a esas quejas como a los chaparrones. A veces hasta cambiamos el canal. Parte de la culpa de este mal encajar las cosas adversas la tiene esa constante búsqueda de la felicidad a la que los medios nos acostumbran. Felicidad sinónimo de poseer. Y el mal ejemplo. Para qué estudiar si luego, cualquiera sale en un programa diciendo o haciendo barbaridades, sube la audiencia, se pone de moda y acaba ganando más que los oncólogos.

Yo recuerdo cuando superaba un examen difícil. Era feliz porque implicaba que había habido un esfuerzo de mi parte. Ignoro si los alumnos de ahora, acostumbrados muchos de ellos a aprobar y pasar de curso, llamarían a eso felicidad.

Siempre recordaré a una madre de mi edad queriéndome convencer de que solo le importaba que sus hijas fueran felices. Yo le respondía que si no se preparaban, las posibilidades de tener un trabajo satisfactorio se les reducirían bastante. Entonces yo pensaba que ser feliz era estar preparada para un trabajo elegido, por lo que suponía de independencia y de libertad. También esta idea se hace añicos ahora. ¡Cuántos alumnos preparadísimos están ejerciendo trabajos muy por debajo de su nivel educativo!

Entre tanto pensar, intentemos ser felices y trasladarlo a quienes nos rodean.

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