Fauna municipal

21 de octubre 2025 - 07:00

Y llegó Él, con su olor a AXE, camiseta roquera ceñida y mirada chulesca. Trae un casco oscilando en su mano derecha. Departe en la plaza del Castillo con los típicos moteros de Harley-Davidson. En unos segundos cambia de camiseta, y se monta, con poderío, en una de esas motos míticas, suponemos que prestada por uno de esos moteros que una vez fueron antisistema y hoy se arriman al poder derechista.

Y le graban en video con un dron, pagado por todos nosotros, para mayor gloria del jefe. Calles, caminos y paseos vacíos para centrar la atención en el protagonista indiscutible, Él. Llega al final del paseo de la Puntilla, se baja con señorío de la moto prestada, la acaricia, y mirando a la Bahía, cruza los brazos pensando “Soy el puto jefe”.

En los Plenos municipales no suele hablar, como los antiguos emperadores, que dejaban a sus leales segundones ese molesto compromiso de dar órdenes, contestar a preguntas o debatir sandeces. Se limita a mirar el móvil, que es de mucho más interés que lo que digan esos mequetrefes elegidos por los ciudadanos para molestarle en su trascendente misión de regir la ciudad.

En la carrera por ser el trending topic en las redes sociales le gana la baza mediática ese vestidor de imágenes metido a político, en representación de su propio y gigantesco ego. Cree que el ayuntamiento es una pasarela de moda, y diariamente dedica buena parte del tiempo por el que le pagamos para mejorar la ciudad en su propio acicalamiento y a explicar en las redes sociales las peculiaridades de su vestimenta y complementos. También confunde ser concejal de cabalgatas con una promotora de moda, para seguir llenando su enorme fondo de armario y la gigantesca estantería de bolsos.

Y en la sombra, el otro Él, que, a diferencia del primer Él, no es mediático, se mueve en las sombras, como el Señor Oscuro de Mordor. Carece de ética. Es del partido que gobierna y, como Groucho Marx, sus principios son maleables en función del señor al que rinde pleitesía y al que termina por abducir. El poder es su droga, al que está enganchado desde que fuera jefe juvenil de la Falange fascista. De ahí al PSOE, a IP, al PP, toreó a IU cuando gobernó el tri-bipartito , y volvió potente como factótum del ayuntamiento.

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