Puente de Ureña
Rafael Duarte
Don Quijote en estas fiestas
Don Miguel de Cervantes, en su inmortal novela de novelas, tocó infinidad de personajes y capas narrativas futuras, como sabemos. Y, por supuesto, él, que se enterraría con hábito de trinitario, sintió la Navidad. En el capítulo doce de la primera parte intitulado, De lo que contó un cabrero a los que estaban con Don Quijote, leemos: "Olvidábaseme de decir como Grisóstomo, el difunto, fue grande hombre de componer coplas: tanto, que él hacía los villancicos para la noche del Nacimiento del Señor, y los autos para el día de Dios, que los representaban los mozos de nuestro pueblo, y todos decían que eran por el cabo", o sea perfectos. En esa primera parte, en su capítulo XXXVII, intitulado: "Donde se prosigue la historia de la famosa infanta Micomicona, con otras graciosas aventuras", en los razonados párrafos de Don Quijote, leemos que "Y, así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires: Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad; y a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos fue decirles que cuando entrasen en alguna casa dijesen: Paz sea en esta casa".
En los famosos pasos de la venta, castillo, oiremos cantar; —Marinero soy de amor/ y en su piélago profundo/navego sin esperanza/de llegar a puerto alguno/Siguiendo voy a una estrella/que desde lejos descubro/más bella y resplandeciente/que cuantas vio Palinuro. En el capítulo 2, en la primera salida que hizo don Quijote leemos: "Autores hay que dicen que la primera aventura que le vino fue la del puerto Lápice, otros dicen que la de los molinos de viento; pero lo que yo he podido averiguar en este caso y lo que he hallado escrito en los anales de la Mancha es que él anduvo todo aquel día y, al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre; y que, mirando a todas partes por ver si descubriría algún castillo o alguna majada de pastores donde recogerse y adonde pudiese remediar su mucha hambre y necesidad, vio, no lejos del camino por donde iba, una venta, que fue como si viera una estrella que no a los portales (clara alusión a la estrella de Belén que encaminó a los Magos de Oriente hacia el portal de Belén), sino a los alcázares de su redención le encaminaba. Dióse prisa a caminar y llegó a ella a tiempo que anochecía". Perfecta aclaración, además, del investigador y Cervantista, Constantino Lopez Sánchez–Tinajero, en un estudio navideño.
La estrella de Belén es en metáfora la que guía las vidas de los personajes, -la buena o mala estrella- y en, al menos una decena de veces, será la responsable de las vidas y muertes de los personajes. Ejemplo: "Bien sea venido a nuestra ciudad el espejo, el farol, la estrella y el norte de toda la caballería andante, donde más largamente se contiene. Bien sea venido, digo, el valeroso don Quijote de la Mancha, no el falso, no el ficticio, no el apócrifo, que en falsas historias estos días nos han mostrado, sino el verdadero, el legal y el fiel que nos describió Cide Hamete Benengeli, flor de los historiadores"…
De todas formas, el señor Quijana, Quejada, o Quijada o Quesana o…, en Navidad y Año Nuevo, seguiría comiendo, al menos, "Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos".
Porque los duelos con pan son menos y oficio que no da de comer no vale dos higas.
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