Barrio Alto portuense

El Puerto, 21 de agosto 2025 - 07:00

He de reconocer que en muchas de las fiestas que celebramos en nuestra ciudad me cuesta ver algo que nos haga diferentes al resto. Pero he de asegurar que, tras haberlo vivido en dos ediciones de las cuatro que se llevan celebrando, disfrutar los Patios de El Puerto a la luz de las Mariposas es algo que te llena de la esencia verdadera de nuestra ciudad.

Será porque me llevo mejor con el fresco de las noches de verano que con las primera calores del mes de mayo, he empezado a disfrutar de esta Fiesta después de que se lleven celebrando, como he dicho antes, cuatro ediciones en las noches de verano y veintiséis en el mes de las flores y de María, en mayo.

Aunque el Barrio Alto portuense sea un gran olvidado para muchos, porque parece que turísticamente no es atractivo y decidan darle más cobertura de muchos servicios a otros lugares, donde don dinero está más presente y el postureo está más de moda, os puedo asegurar que, en este rincón, está la más pura esencia de nuestros orígenes.

Cuatro puntos cardinales: la Casa Palacio del Reloj en calle Cruces; en la calle Cielos la destilería de Cacao Pico; el Castillo de San Marcos con su Patio de los Naranjos y la Casa Cortijera de la calle Zarza, entre otros.

Todas ellas guardando el sabor de otros tiempos, donde creo que la vida era más sencilla, más humana, donde los días duraban más y las veladas olían a jazmín y a damas de noche.

Disfruté de alambiques de cobre, en los que desde hace más de doscientos años se destilan granos de cacao, para elaborar uno de los licores más característicos de El Puerto.

Observé cómo el sol se dormía para dar paso a que la luz de las mariposas se adueñasen y diesen vida a cada patio. Entré en un mundo donde al mismísimo Juan Lara, el denominado pintor de la luz, sirviese de taller y a la vez rincón de inspiración de sus grandes obras.

Estuve en patios donde toreros, seguramente sueñen para salir rumbo a la Plaza Real con sus cuadrillas. Pisé suelos de cantos rodados, noté la frescura de sus plantas y fuentes, sentí la cercanía de paisanos y foráneos, sentí nuestro Puerto más verdadero y vi al Barrio Alto lleno de vida.

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