El Alambique
Belén Domínguez
Ingenuidad
Hay afirmaciones que se repiten una y otra vez hasta que parecen verdades fuera de toda duda.
Acabamos de rememorar ese fatídico día de la DANA, con su secuela de muerte y destrucción. Tras cada inundación se repiten los mismos mantras, el más repetido, la acusación al gobierno de turno, central o autonómico, de que los ríos están sucios. ¿De basura? Parece que no se refieren a eso, aunque muchos lo estén, sino a que tienen vegetación en sus riberas.
La vegetación de las riberas está adaptada a las crecidas periódicas que ha soportado a lo largo de los siglos. Supone un freno a la velocidad del agua, ralentizando y laminando las crecidas. En esto coinciden todos los expertos. Pero da igual, tras cada inundación se demanda la eliminación de los bosques de ribera.
Las canalizaciones de los ríos provocan el aumento de la velocidad de las aguas, lo que se traduce en una mayor fuerza destructiva y un menor tiempo para organizar la respuesta ante una alarma.
Los ríos mediterráneos tienen un cauce fluctuante; modifican su anchura desde el estiaje, llegando a secarse en barrancos y ramblas, hasta las crecidas que inundan su valle. Si se quieren minimizar las inundaciones hay que organizar de una vez el territorio impidiendo la construcción de viviendas, equipamientos, industrias e infraestructuras en las zonas inundables. Tras cada inundación se promete actuar para prevenir nuevas catástrofes, pero se autoriza e, incluso, se subvenciona la reconstrucción de las mismas edificaciones en los mismos lugares de riesgo.
En la provincia de Cádiz tenemos ejemplos de sobra. Cuando el Guadalete se desborda, afecta a las mismas barriadas rurales de Jerez; ahí se construyeron, algunas ilegalmente, y ahí siguen.
En El Puerto se construyó el Poblado de Doña Blanca y unos enormes polígonos industriales en las marismas desecadas del Guadalete, por tanto, en zonas inundables. Se construyeron unos grandes muros de contención paralelos al río. Hasta que venga una inundación extraordinaria. Entonces vendrán los lamentos.
En la costa y marismas se siguen promoviendo macrourbanizaciones en zonas inundables y que podrían ser afectadas por un maremoto. En Trebujena, en El Palmar y en Los Lances hay ejemplos.
Tras las tragedias anunciadas de nada sirven las dimisiones.
También te puede interesar
Lo último