A los que se fueron

31 de diciembre 2025 - 11:52

Dicho de este modo, parece que me refiero a los que se fueron a por tabaco, pero en realidad quiero acordarme de un año, como todos, marcado por las partidas de algunas personas. Desgraciadamente, en el año que se va, he de lamentar la partida de personas mas que cercanas. El año que despedimos se llevó con él a mi madre, alguien demasiado cercano para describir lo que se pueda sentir. La edad nos hace ver que poco a poco son más, por ley natural, a los que decimos adiós. No quedo ahí la cosa, con pena infinita, despedí a mi entrañable Pajarito, que volaba solo entre verónicas, y entre elucubraciones y buenas charlas se me fue Daniel Bastida, Erardo y Santos se marcharon entre el humo de las pipas. Y la cosa siguió, dejé de sentir el afectuoso y colegial buenos días de un grande, Juan, compañero y amigo, como lo era el ilustre Manuel Pico, casi familia por los muchos lazos que me unían a él. La Puntilla siempre me vendrá a la memoria cada vez que me acuerde de Chati; y mi colegio, mi Salle, se quedará para siempre en el corazón de Aniano, como en el corazón de la ciudad, escondido en cada rincón, Hernán seguirá recordándome que al fin y al cabo todo fue por El Puerto. Junto a todos ellos, cada cual tendrá, como tengo a mi madre, a su ser querido y que ahora espera en otro lugar, y, a veces, compartiré ese dolor, como cuando al sacar punta a un lapicero me venga a la memoria el olor a papelería, y la sonrisa de Amalia. La Navidad, el fin de año, las cenas, la mesa compartida, la ausencia, la triste y feliz ausencia en torno a esa mesa marca, como cada año, los recuerdos agridulces de los momentos felices y la pena. La ciudad, su río del olvido, llorará en silencio colectivo, nosotros lo haremos junto a quienes nos acompañan, y todos al finalizar el año maldeciremos, por algún motivo, el año del adiós, del hasta… que Dios quiera, agacharemos la cabeza y nos preguntaremos si merecen la pena las discusiones, los enfados, el odio o la crispación, y al nacer el nuevo año, poco a poco, iremos viviendo, olvidando, olvidando hasta que un pequeño resorte nos haga revivir el dolor. Se va un año, y con él, parte de nosotros, parte de la ciudad, y sin embargo, la vida seguirá, y seguiremos diciendo adiós… hasta que Dios quiera.

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