Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Análisis

Manolo Fossati

Viva el resultado

Incluso si todo eso que proclaman los aguafiestas fuera verdad (y en buena parte lo es) y los que mandan se quedan con nosotros, no les voy a dejar encima el placer de privarme de la gran rebeldía que lleva dentro el pequeño acto de meter una papeleta en una urna de metacrilato

Como cantarían 'Los Cegatos con Botas', muy tempranito cogí mi carné y llegué al colegio antes de las diez. Iba, tan dispuesto como siempre, a votar y la mejor hora siempre es la primera, aún fresquito y tras muchas horas de consulta con la almohada. Por el camino me crucé con alguien que, por los andares vacilantes y la mirada perdida, tenía todos los síntomas de haber empezado la 'fiesta de la democracia' la noche anterior a este 28-M.

Que yo recuerde, siempre he acudido a votar cuando me han convocado, y cuando no he podido por desplazamientos, lo he hecho por correo, sin necesidad de que me comprara nadie. Esta asiduidad sólo se vio salpicada por una excepción: el día 18 de febrero de 2007, cuando se celebró el referéndum sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía. Es la única vez que no me he sentido concernido en absoluto por lo que se decidía en las urnas. Parece que no era yo un bicho raro, puesto que la participación en las votaciones no alcanzó ni al 37% del censo.

Pero, salvada esa fecha, siempre me ha parecido importante y gozoso sentirme partícipe de la marcha de mi comunidad. Nunca he caído ni caeré en el pesimismo recurrente del "todo da igual" y el "después se olvidan de las promesas" y ese tipo de conformismo perezoso. Incluso si todo eso que proclaman los aguafiestas fuera verdad (y en buena parte lo es) y los que mandan se quedan con nosotros, no les voy a dejar encima el placer de privarme de la gran rebeldía que lleva dentro el pequeño acto de meter una papeleta en una urna de metacrilato.

Oigo mucho últimamente que "en realidad vivimos en una dictadura", dicho por quien no ha vivido nunca bajo ninguna, y que esto no es una verdadera democracia, apelando a una pureza ideal, como si no fuera suficiente logro este firme acuerdo de estabilidad al que hemos llegado entre gente de tan diverso pelaje, como si no debiéramos estar todos golpeando cantos contra nuestros dientes por vivir en este imperfecto sistema, atendiendo a nuestra Historia.

Así que el resultado de este domingo debería gustarnos más o menos, pero a todos debería alegrarnos que la mayoría pueda, de nuevo, decidir el destino de todos. Otra maravilla de este método 'republicano' democrático es que nada es para siempre, y que dentro de cuatro años tendremos la posibilidad de cambiar de nuevo si nos parece. Así que regocijémonos, celebremos, superemos con nuestra alegría el ambiente bélico de la campaña, brindemos por el resultado y preparémonos para la siguiente fecha.

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