Recuerdo como mis profesores de EGB en La Salle, al llegar al final del tema, hacían un repaso, refrescando en nuestras mentes lo más destacado del mismo.

Mañana cerramos el último tema de este año 2021. Personalmente y para muchos, un año que se presentaba y ha sido de lo más atípico que conocemos.

En el tema relaciones, un año difícil, muy difícil. ¿Por qué? Porque pienso que todos hemos cambiado, nos ha hecho ser otras personas. Quizás también porque puede ser la época de nuestra vida donde más hemos hablado de nuestros hábitos, de lo que hemos dejado de hacer o lo que seguimos haciendo para intentar vivir, al borde de esa dictatorial normativa que nos protege. Eso ha hecho que nos juzguemos más que nunca, que opinemos más de la cuenta y coloquemos a las personas en ese escalafón de responsabilidad que la sociedad ha creado.

Mirando a nuestra ciudad, por más que la miro con cariño, no siempre salen piropos. El “portuensismo” y el de “portuenses maneras” está muy bien y es fruto del amor propio que sale de los hijos de la ciudad, pero los responsables de que nuestro Puerto funcione tienen que trabajar.

Nuestra Ciudad es esa fachada apuntalada de aquel edificio histórico, donde solo queda eso, fachada, el interior está en ruinas. Pero lo curioso es que, si miras al otro lado, ves todo el material necesario para que ese edificio recobre ese esplendor de antaño.

Nuestro centro agoniza a nivel de ocupación de vivienda, un Barrio Alto olvidado, ni una entrada a la ciudad en condiciones, ni por Cádiz, ni por Jerez, ni por Sanlúcar, un Centro Comercial con los días contados, un centro histórico desaprovechado, una Plaza de Toros para usarla tres días, nuestra cultura olvidada, jardines como praderas, paseos marítimos ochenteros, falta de apoyo y cariño a entidades que se van de la ciudad a darle nombre a otras como Insomnia. ¿Qué está pasando?

La ilusión, la confianza y el voto no solo hay que ganarlo, hay que cuidarlo. Y aunque las circunstancias sean difíciles, hay que currárselo, pero para eso hay que dejarse la piel, dejar de ser político y comenzar a ser portuense.