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Análisis

ROSARIO TRONCOSO

Peluquería para misántropos

Dicen que la baronesa Thyssen no va jamás a la peluquería, y que ella misma se aplica el tinte en casa. Ignoro si lo compra en el súper en persona o si le facilita la cajita en cuestión, con todos sus avíos, alguien del servicio muy entendido en coloración casera. A lo mejor esa antipatía de la baronesa por exponerse a un trance público tan íntimo es una leyenda urbana. No me extrañaría. Pero de no ser así, Tita es una adelantada. Hoy mismo leo que se están poniendo de moda las peluquerías silenciosas, donde el cliente no tiene la obligación de comentar el proceso o las cuitas de algún petardo del famoseo. Leer un libro (ay, qué maravilla), o simplemente cerrar los ojos mientras a una la peinan, es el último grito. Servidora optó por no llevar el móvil en la última visita, como acto revolucionario. Aislarse un par de horas al menos, es todo un lujo que ha empezado en Gales y que amenaza con llegar al barrio.

Qué frivolidad debatir sobre charlar o no en la pelu. Pero créanme que este asunto es, como sabiamente dice mi padre "más largo de lo que parece". En estos tiempos de hiperconexión, ultrainformación instantánea y megatráfico de emoticonos hasta el delirio, nos entendemos muy poco. La comunicación real no es lo que creemos tener. Continuamente contribuimos al ruido con ruido, y recibimos más ruido todavía. Y en medio de este caos babeliano y ególatra nos sentimos heridos, aludidos y ofendidos por absolutamente todo, sin entender muy bien por qué. Sí. Un follón. Conversar en persona es cada vez más necesario y a su vez, incómodo. Y lo que es peor: somos conscientes y nos duele, pero vamos perdiendo capacidad y habilidades.

Escribe Luis Landeira en Jot Down sobre la proliferación de los hikikomori, esos raritos japoneses que prefieren no tener contacto con nadie físicamente, y solo mostrarse al exterior a través de lo virtual. Anacoretas tecnológicos. Misántropos sofisticados. También es verdad que visto lo visto, lo que hay ahí fuera, a veces es preferible invertir toda una tarde en Youtube y vídeos de gatitos. Sobre todo esto les recomiendo una gran serie, Black Mirrror. Da miedo porque no es de Ciencia Ficción, aunque la parezca. Anda, miren, les doy otra forma de ausentarse del mundo, y más ahora que se avecina más ruido y aborregamiento acelerado, en otra campaña de elecciones.

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