Tiempo atrás, eran los expertos en cualquier materia los que solían dar la última opinión sobre los hechos que ocurrían cada día. Su prestigio era más que suficiente para dar crédito a lo que contaban y la mayoría de las personas se fiaban de ellos. Ya se encargaban estas personas de no perder su credibilidad ante el público que les leía o escuchaba.

En los momentos actuales recibimos un bombardeo constante de información de fuentes enfrentadas y al oír cualquier noticia que nos interesa, nos preguntamos, como oyentes, quién la da y qué cadena la emite. Y es que cualquier noticia importante, generará cantidad de opiniones que a su vez darán lugar a un fluido abanico de ideas. Al no ser estas tratadas de la misma manera por unos y otros, la opinión pública acaba por caer en un hastío y las noticias, por no tener el impacto necesario que nos haga a los que las leemos, pensar con claridad. Esto acaba siendo peligroso porque el pensamiento individual se debilita, genera apatía y, más de un experto cree que este no creer en nada ni en nadie, este escepticismo general, será el terreno adecuado para que pueda ser aprovechado por grupos radicales extremistas.

Además, imitando a algunos medios, brotan demasiados charlatanes poco dispuestos a aprender y sí a opinar. Cualquiera puede observar en alguna consulta médica aquellos que saben más que los especialistas, o en las puertas de los centros de enseñanza, a los que pretenden enseñar a los que enseñan. Son demasiadas las personas que se atreven a hablar públicamente mal de los políticos. Saltamos de un extremo al otro y en ese "todos tienen derecho a expresar se" empieza el caos. Y si era patético erradicar la libertad de pensamiento, o eliminar al que piensa diferente, no lo es menos la confusión generada por la duda que surge del: no sé quién me está diciendo la verdad, porque no sé a qué idea o a quién sirve el que la cuenta y la defiende.

Entre tanto, siguen brotando como ortigas los charlatanes imponiendo su razón, basada en llevar la contraria al que opinó primero.

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