Análisis

Jesús almendros Fernández

Moonlight

La proliferación de películas que abordan problemas raciales no es gratuita

En Moonlight, que acaba de ser galardonada con el Oscar a la mejor película, todo es cine, vida, naturalidad, verdad. El barrio Liberty City de Miami, donde se rodó la película, es el escenario de una historia donde vemos como vive la gente, casi toda negra, convertido en un foco de marginalidad, donde el crimen y las drogas imperan desde hace décadas. El crack es de uso normal al igual que las armas. Los chicos, desde muy jóvenes, hacen uso de ambas cosas. Las familias están desestructuradas, el sexo, banalizado, comienza en los institutos a edades muy tempranas y el machismo, la intolerancia, la violencia y la ley del mas fuerte, llevan a que en los institutos, generalmente por motivos de liderazgo y de mitificación de la virilidad y desprecio a la homosexualidad y a los comportamientos "diferentes", sea muy frecuente el acoso escolar.

Todo ello está presente en la película y todos los problemas del barrio se materializan en la persona del protagonista, al que seguimos en tres edades diferentes de su vida y quizás en esto radique lo mejor de Moonlight, ese efecto de elipsis narrativa en cada salto de tiempo de la historia.

En la primera parte, en la que es niño, encuentra la comprensión, el afecto y el cariño de un hombre, papel que interpreta el actor Mahershala Ali., por el que ha conseguido el Oscar al mejor actor de reparto.

En un momento de la película, este personaje, le dice al niño que se ha ido de su casa huyendo de su madre drogada y no quiere ir al colegio para no ser perseguido y humillado por sus compañeros que se ríen de él por ser "poco hombre": "No te preocupes chavalín, siéntete orgulloso de lo que eres. Yo soy cubano y negro. El mundo está lleno de negros, nosotros fuimos los primeros que poblamos la tierra". El hombre le incita a sentirse orgulloso de lo que es, a no tratar de avergonzarse de nada, y le dice que es negro, no "de color", eufemismo que muchas utilizan para evitar decir la palabra negro como si eso fuera un insulto, dibujando un personaje cercano, lleno de facetas, un narcotraficante que no ha perdido su nobleza y se erige en figura paterno filial de Chiron que en una segunda parte, ya joven, veremos presa de la inseguridad provocada por el bullying, el dolor del desamparo familiar y en la que asistiremos a su primer -y único- encuentro sexual.

No ocurre lo mismo con Naomie Harris, que interpreta a la madre y se muestra sobreactuada en todo momento. Nunca fue más cierto aquello de que menos es mas.

A buen seguro que la proliferación de películas que abordan problemas de los negros y recuerdan temas como el vergonzoso de la segregación racial, afortunadamente ya superado, no son gratuitos y tienen mucho que ver con los cuatro años en que estuvo a la cabeza del Ejecutivo norteamericano Barack Obama y seguro que no veremos más películas sobre este tema durante el tiempo que ese cargo lo ocupe Donald Trump.

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