Análisis

Guillermo Alonso Del Real

Meterse en política

Un político no suele ser un sujeto que vive a lo grande haciendo el vago. Nada de eso

Al finado dictador Francisco Franco se le atribuye una expresión notablemente cínica: "haga usted como yo, que no me meto en política" (aproximadamente).

Y era verdad, porque él mismo era toda la política posible en aquellos tristes años y porque había arrebatado a los españoles todos sus derechos políticos, como la libertad de expresión, la libertad de reunión y la constitución de partidos, tras instituir aquel partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS, producto de una forzada amalgama de los grupos que le habían apoyado en la guerra civil, quiero decir, el golpe de estado contra la legítima República Española.

Eso sí que era un partido Frankestein, ahora que algunos han puesto de moda acordarse de la pobre criatura de Mary Shelley. Yo creo que esos individuos que utilizan al infeliz monstruo contra sus adversarios políticos no han leído la novela y, desde luego, si la leyeron, no han profundizado en ella.

El caso es que si usted no se mete en política, será la política la que se le cuele por puertas. Y no digo que sea preciso afiliarse a un partido o a cualquier otra organización afín. Se puede participar en la vida pública de muchas maneras, entre las cuales destacaría la de estar informado en la medida de lo posible. Los diversos niveles de la política: internacional, nacional, autonómico, provincial, local… nos afectan a todos, nos guste, o no nos guste. Las maniobras comerciales y financieras del señor Trump las va a acusar usted en cuanto quiera llenar el depósito de gasolina, o en cuanto quiera adquirir un automóvil, porque el proteccionismo económico del lamentable presidente de los Estados Unidos va a rebotar con fuerza en toda la economía del mundo. Sí, sí, señora o caballero: también en sus modestas finanzas.

Y, cuando a nivel nacional hablamos de corrupción, no nos estamos refiriendo a una cuestión de extraterrestres, porque a lo que nos referimos es a que unos políticos y empresarios ladrones nos están robando nuestro dinero, el que metemos en la hucha pública a través de los impuestos, por ejemplo. Esa misma corrupción ocasiona la caída o declive de tu empresa, que no puede competir en los concursos públicos con las que están en el ajo o en la pomada. ¿Y qué pasa, cómo nos afectan los famosos "recortes"? Pues es que no son un concepto de sastrería, sino las restricciones económicas en gasto público que perjudican a la sanidad, a la educación, a las comunicaciones y a un largo etcétera. Como expresa el dicho popular: "juegan los arrieros y pagan los asnos".

Por eso digo que hay que estar un poco al tanto, como mínimo. Incluso sugeriría que no limitásemos nuestra participación a la emisión periódica del voto, y eso que es enormemente importante tener claro qué y porqué se vota; o no se vota, porque respeto mucho a los abstencionistas conscientes y deliberados; no tanto a los que no votan por desidia o fatalismo.

Recuerdo un chiste de Mingote de hace muchos años, dibujado con ocasión de aquellas absurdas pseudo-elecciones franquistas: "¡Vota a Gundisalvo! ¿A ti qué más te da?"

Y es que entonces sí que daba lo mismo, ahora, en un marco democrático, sí que importa. Cierto que es más cómodo pasar y luego quejarse amargamente de lo mal que nos administran, pero a mi me parece una completa estupidez.

Lo de la política profesional es otra cosa. Yo respeto profundamente a los que se dedican a ella y, desde luego, rechazo de plano la tonta acusación de que si todos los políticos son iguales, que si todos roban, que si todos van a lo suyo. Sólo desde la mentecatez y la falta de análisis se pueden decir esas chorradas. Sostengo que la mayoría de los políticos son personas decentes, a las que con todo derecho les atrae alguna forma de poder y le echan valor para meterse en semejante berenjenal. Y no distingo entre orientaciones políticas, así de claro.

La dedicación a la política requiere, en mi opinión, unas condiciones personales muy características, según he comprobado en mi participación directa en esas tareas. Hay que tener cintura y, sobre todo, una enorme paciencia, porque, desde mi punto de vista, se trata de una actividad bastante tediosa, con escasos momentos de motivación y disfrute. Un político no suele ser un sujeto que vive a lo grande haciendo el vago. Nada de eso. Se vive en bastante zozobra, hay que estar pendiente de lo que va a decir el jefe de filas o la maniobra que va a realizar el contrario… Vamos, un coñazo.

Precisamente en estas fechas se ha debatido y ha salido adelante una moción de censura contra el Presidente del Gobierno, lo que personalmente celebro; pero entiendo que otras personas deploren. El caso es que uno sepa por qué o para qué opina lo uno o lo otro. O eso creo yo.

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