Fue el azote de la humanidad. Durante siglos su nombre era sinónimo de muerte segura; muerte anunciada; la peor de las muertes. Soy de una generación positivista que pensaba que todas las enfermedades se terminarían curando; que el hombre vencería a ese maleficio bíblico. Las vacunas y antibióticos consiguieron avances impensables en la lucha contra las enfermedades infecciosas que habían asolado a la humanidad; las epidemias pasaron a la historia, millones de personas salvaron sus vidas. Con el cáncer los avances han sido menos espectaculares; un goteo que ha permitido ir reduciendo la mortalidad de los enfermos de cáncer. El cáncer dejó de ser tabú para convertirse en una enfermedad curable a la que había que enfrentarse con valor y energía. La supervivencia de los enfermos de cáncer se ha duplicado en los últimos 40 años. Hoy más de la mitad de los enfermos sobreviven a la enfermedad.

La prevención y los tratamientos de radio y quimioterapia han aumentado la probabilidad de supervivencia al cáncer. Pero estos avances se está viendo empañados por el constate aumento de los casos de cáncer. En nuestro entorno familiar y entre nuestras amistades los casos de cáncer proliferan, y en edades cada vez más tempranas. Esto es una epidemia. El cáncer es la segunda causa de mortalidad en España, pero a este ritmo pronto superará a las enfermedades cardiovasculares. Cada año, unas 250.000 personas desarrollan cáncer en nuestro país. Uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres tendrá un cáncer a lo largo de su vida. Y esto va a más.

Los tipos de cáncer más frecuentemente diagnosticados en nuestro país son los de colon-recto, próstata, pulmón, mama y vejiga. La incidencia del cáncer de pulmón ha bajado, pero otros, como los de próstata y colon, se han disparado. Cada vez más canceres son debidos a causas ambientales o hábitos alimenticios. Parece que la Naturaleza se quiere vengar del maltrato que le damos. La comida basura termina pasando factura. Durante décadas hemos lanzando al medio ambiente o comido productos que se han demostrado son cancerígenos. En los herbicidas, aditivos alimentarios, productos de higiene personal… se utilizan sustancias que están provocando un aumento significativo de cáncer. Cuando se prohíban, ya será tarde.