Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Leo en prensa que se prepara un vuelco en la enseñanza de la Lengua al fomentar la capacidad del alumnado para comunicarse oralmente y por escrito, así como su comprensión lectora, en detrimento del tradicional análisis sintáctico. No lo entiendo. Yo pensaba que lo estábamos haciendo desde hace tiempo. Mis clases y las de mis colegas no son aquellas magistrales en las que el alumnado se limitaba a escuchar la perorata de su profe. Son clases prácticas, activas, que priorizan las competencias, con un enfoque comunicativo. Quizás los responsables de estas noticias no saben nada de las aulas.

Parece que existe un lugar común consistente en creer que el estudio de la sintaxis es algo que empieza y acaba en sí mismo, sin relación alguna con el resto de contenidos que se trabajan. No es así. Las clases de Lengua desde hace años se basan en el acto comunicativo. Para ello, el conocimiento de la gramática es un elemento más que ayuda a “descifrar” el texto, así como a construirlo, pero no el único y no de manera aislada. Se utilizan para ello textos de toda tipología: literarios, periodísticos, publicitarios… Por eso me extraña que se venda ahora como novedad que “el aprendizaje de la lectura no se limitará a obras literarias, como sucedió durante siglos”.

La prioridad que fija el currículo de que al terminar la etapa los estudiantes sean capaces de comunicarse con eficacia de forma oral y escrita, así como de tener una buena comprensión lectora, es la misma que ya tenemos y, créanme que no es fácil en un entorno basado cada vez más en la tiranía de la imagen. La competencia es brutal. El otro día le comentaba a un alumno que actualmente leer es un acto de rebeldía y se reía con incredulidad. Lo creo firmemente, la única forma de mantenerse crítico en estos tiempos de borreguismo donde la tendencia es parapetarse detrás de una etiqueta, es mantenerse independiente, capaz de leer entre líneas los cuentos de unos y otros. ¿Cómo, si no, distinguiremos la información de la manipulación o la realidad de los bulos? La sola comprobación del significado de una palabra en el DRAE es un acto revelador, y aprender a manejar las palabras una necesidad irrenunciable.

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