Hoy Jueves Santo, día grande de la Semana Santa Portuense y tras haber pasado el ecuador de la misma, me paro y pienso en las generaciones cofrades venideras.

Esta tradición tan del sur, tan cristiana, tan folclórica, tan de nosotros. Esa forma que tenemos de representar la Pasión y Muerte del Señor, sabiendo todo el tiempo que la Resurrección siempre llega. Esa forma que tenemos de pasear a la Madre de Dios, convirtiendo su llanto en saetas y en chicotás donde Ella camina detrás de su Hijo.

En este tiempo que me toca vivir, en el que mi alrededor más cercano está repleto de la generación que nosotros mismo hemos engendrado, reconozco la responsabilidad que tenemos de saber transmitir ese veneno cofrade que corre por nuestro interior.

El veneno cofrade, ese que se aviva con cualquiera de los cincos sentidos, el oído, la vista, el olfato, el tacto y el gusto.

El oído, con el que avisaremos al heredero cofrade de la marcha que suena; la vista, para que observe los miles detalles de una cofradía en la calle; el olfato, para que huela el incienso y las flores a su paso; el tacto, porque seguramente sienta de mi mano como el pulso se me acelera al ver la cofradía a su lado y el gusto, porque también nuestra Semana Santa conlleva una gastronomía típica que hay que mostrar y por supuesto, saborear.

Esa sería la herencia personal, pero existe también la herencia cofrade que nos dan nuestras hermandades.

Las cofradías son testigo del paso del tiempo, en nuestra ciudad hasta siglos y por ello son algo que también en un momento determinado de su historia, su patrimonio queda en responsabilidad de aquellos que decidieron prestarles su servicio.

Prestarles su servicio, nunca ser dueños de nada, porque dueños somos todos los hermanos y para que vaya al hilo de este artículo, cambio la palabra dueño por heredero.

El patrimonio de nuestras hermandades es la herencia de aquellos que trabajaron previamente a nosotros, para que nosotros hoy día tengamos las Hermandades que conocemos actualmente y como todos somos herederos, todos deberíamos ser conocedores de si en algún momento, nuestra herencia cofrade se altera.

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