Análisis

Ana Sofía Pérez Bustamente

Filología, escribió

Es útil no ya amar la lengua sino saber usarla con la precisión de un nanobisturí

EMPIEZA un nuevo curso en la universidad y una, como profesora, se dispone a ello con una mezcla de método y mansedumbre. ¿Para qué sirve un grado como el de Filología Hispánica? En teoría la filología es el amor a la palabra. En este caso, a la lengua y la literatura españolas. Es útil, claro que sí, no ya amar la lengua sino saber usarla (y comprender su uso) con la precisión de un nanobisturí, adecuándola a cada contexto, a cada situación, a cada intención y contenido.

Ahí los estudiantes tienen mucho que aprender: la competencia lingüística está bastante limitada, entre otras cosas porque apenas si se lee hoy en día algo que merezca la pena. Se leen bestsellers y literatura de género: novelas fantásticas, históricas, histórico-románticas, románticas, juveniles… Pero este tipo de literatura no se diferencia de un serial televisivo. Tanto da leer La novia gitana como ver su adaptación. No se pierde nada sustancial en el cambio: es solo una historia escrita y usada para distraerse con emociones más o menos fuertes. Pienso en estudiantes que escogen Filología porque les gusta leer de vez en cuando un libro de este tipo, y la carrera se les ofrece, en su ingenuidad, como una autopista a la evasión.

Me figuro el hastío de tener que aterrizar luego en los textos canónicos, escritos en una lengua que no se entiende, referidos a un mundo que ya no existe, con argumentos aburridos o directamente deprimentes, explicados por un personal viejuno o por jóvenes alienados por la necesidad de generar un currículum competitivo que les permita quedarse en la institución forever, para seguir aburriendo al personal mientras de vez en cuando se hace un viajecito con la excusa de un congreso.

Los más audaces se embarcan en la aventura de darle la vuelta a la historia de la literatura con protagonist@s divers@s (femeninas, queer, decoloniales, etc.).

También se puede hacer de ello un programa político, porque entre enseñar, educar y adoctrinar la frontera es difusa. Y adscribirse a algún lobby, si es que no viene uno ya de él por nacimiento. Empieza el curso. Quién dijo miedo.

Si dentro de un cadáver puede haber un feto humano, dentro de un estudiante puede haber un futuro maestro. (Y dentro de cada profesor, un serial killer.)

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