Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

A hí está esa pista de hielo natural, artificialmente, y me patinan los recuerdos uno tras otro: Esas nevadas, que dejaban los naranjos de la calle Larga bajo un manto de corcho sueco. La gente, montando cada copo con sus propias manos, siguiendo un brevísimo manual de instrucciones en esperanto. Y esas luces de navidad de a veinte duros que, en cambio, se montaban solas, al son de himnos sin letra. Esas manadas de renos bravos cruzando Vistahermosa, guiando a los turistas con sus cascabeles de piedra ostionera. Esos duendes verdes en situación irregular, que iban de casapuerta en casapuerta, metiendo en los buzones propaganda de la última tasca. Y esas risueñas hadas, que acababan sirviendo ajocaliente en terrazas mal abrigadas, por un mísero sueldo lapón. Esas cabalgatas de ministros chirigoteros y majorettes traperas. Esos campanilleros que traficaban con muérdago y acebo mientras firmaban christmas benéficos, ¡con un bolígrafo!

Aquellas zambombas digitales que cambiaban de color según el tono y que ya incluían conexión de diente azul. Y qué decir de aquellas otras zambombas, las de origen sherry, que pronto se fundieron con erizos metropolitanos, pestiños y mascletás, y ya no hubo quien les quitara la tilde final. Y esos niños ávidos de juegos artificiales, afinando sus panderetas, que sólo traían un villancico, pregrabado por la coral apropiacionista flamenca de Minnesota, ganador de un premio desconocido.

Y esas casas neopostradicionales, con sus belenes sin figuritas porque hacían cola en un limbo legal y apátrida. Esos arbolitos, antaño subvencionados por la Junta, que se tornaron chumberas en tiempo de higochumbos, facilitando mucho la colocación de las bolas chinas, tan frágiles. Las mesas-camilla, carbonizadas por las chimeneas sin tiro que tan de moda se pusieron con olor a leña. Y anda que esas croquetas de jengibre y arándanos de la abuela inundando la cocina. Esos turrones sabor barbacoa. Esos macpolvorones...

Qué recuerdos de ilusión. Qué época de fantasía.

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