Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Yo era un alegre estudiante de 3º de Biológicas en Sevilla y nuestro profesor de Zoología II, José Antonio Valverde, el padre de Doñana, nos animó a asistir a una mesa redonda en la que se debatiría la reciente declaración de Doñana como Parque Natural. Hace 50 años yo estuve allí, y recuerdo a Valverde defender valiente la protección de un espacio único, ante los obstinados razonamientos de arroceros, empresarios y periodistas afines.

Sí, estuve allí y pese al tiempo -ay- transcurrido, los argumentos contra Doñana siguen siendo los mismos, que si impide el desarrollo, que si 'menos gatos y menos patos'… Y creo que hoy los enarbolan los mismos, estos del gobierno de "Bonilla, el de la derecha casi moderna y tres o cuatro de la caverna". Un pedazo de cuarteto que ha resucitado -otra vez- la carretera para unir Cádiz y Huelva. Un cinturón de asfalto, cemento y vallas en torno al Parque Natural.

Y todo para un supuesto ahorro de 15 minutos, respecto al trazado viario actual, a un monumental coste económico.

Son los mismos, los del modelo neoliberal y especulativo, donde sólo importa la pasta, el electoralismo populista, las obras desmesuradas para el interés de unos pocos; unos pocos llamados amiguetes. Algo de manual de Primero de Bolsonaro.

Y es que Doñana ha vivido sus 50 años siempre en peligro: el desastre tóxico de Boliden, el turismo desmadrado de Matalascañas, los hermanos mayores rocieros exigiendo asfaltar el camino rural que lo cruza hasta la aldea, los mil pozos ilegales que saquean agua de su subsuelo, ya de por sí sobreexplotado. "Lo estáis haciendo de puta madre", arengaba el vicepresidente del PP de Huelva a los agricultores de estos pozos piratas, los agropiratas.

No es ya cuestión de un capricho del ecologista coñazo, como dicen, ni de un gesto de buenismo adanista y trasnochado, no: se trata de dignidad cultural, contra la codicia y contra la burricie.

En fin, feliz cumpleaños Doñana y a por otros 50 años, aunque sean llenos de amenazas y peligros incompatibles con el futuro y el saber científico.

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