Fútbol El Cádiz CF, muy atento a una posible permanencia administrativa

Lo primero que hay que decir tras la rotunda victoria de Patricia Cavada en las elecciones municipales de San Fernando es que el resultado demuestra palmariamente que no en todos los casos se ha producido ese plebiscito contra Sánchez que reclamaban la derecha y su acompañante ultra, excepción que no es la única pero que llama más la atención en una ciudad en la que las últimas generales arrojaron un resultado muy sustancioso para Vox, convertida entonces en segunda fuerza política.

La alcaldesa ha logrado la primera mayoría absoluta en décadas y la primera para los socialistas, consiguiendo, ella sí, que los ciudadanos valoren su gestión por encima de todo el ruido nacional, del griterío que se pretendía imponer sobre el debate de los problemas de cada ciudad o comunidad autónoma. Es un triunfo sin discusión. Contra ella no han valido ni las sangrientas listas de Bildu, ni las acusaciones de pucherazo ni los efectos indeseados de la ley del sólo sí es sí, ni el mantra derechista de que Pedro Sánchez deja en pañales a la peor y más infantil versión de Pinocho. Contra todo eso se batieron tantos alcaldes y concejales socialistas y sólo unos pocos salieron victoriosos. Ella, incluso sin un rasguño.

Qué sabe nadie, pero habrá que suponer que la gente en La Isla ha evaluado y aprobado el trabajo hecho y el plan futuro de Cavada, su gestión de los parques, la rehabilitación del Ayuntamiento, el mal llamado Museo Camarón, la muy criticada y muy usada Plaza del Rey, su propio carisma personal y hasta el empeño en que cada mes tenga su evento multitudinario que culminará cuando el año que viene tengamos un mercadillo navideño al que querrá mudarse el mismo Papá Noel.

Tal vez lo que en el fondo supone la victoria de la candidata socialista es que sí se puede hacer política local cuando los políticos reúnen las características exigidas para la misma. De tal forma que los electores se mantengan, de manera natural, fuera y a espaldas de ese otro combate en el que se mezclan delitos de sedición, independentistas, terrorismo vasco y leyes trans. Es como si, por un momento y en un determinado lugar rodeado de esteros, a la gente se le hubiera encendido la bombillita y se hubiera preguntado ¿y qué tiene que ver la feria en La Magdalena con Pedro Sánchez? Y yo digo que eso es una buena noticia para la democracia.

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