Análisis

ANTONIO MORILLO CRESPO

Carta al Papa Francisco

Querido Papa Francisco: me permito llamarle así con toda confianza por dos razones. Primero porque sabemos de su cercanía, de su humanidad lejos del protocolo riguroso. Y segundo porque si hablamos a Dios de tú "…santificado sea tu nombre…vénganos tu reino… "no puede ofender a su primer representante el apear tratamiento. Y sentado lo precedente le digo, que estos días en prensa, radio y televisión se ha hablado exhaustivamente de la pederastia y de como en la Cumbre Vaticana se han puesto las normas a fin de que no sucedan tales aberraciones. Y yo me pregunto y se pregunta mucha gente: ¿Por qué no se pueden casar los curas? ¿Qué hay de malo en ello? Parece que desde que Eva le dio a comer la manzana a nuestro abuelo Adán, la mujer es vista como algo peligroso o pecaminoso. Yo le puedo asegurar que no es así, que la mujer es lo mejor que Dios ha creado y que no hay nada mas hermoso en la Tierra que el compartir el amor con una mujer. ¿Por qué no se puede casar un cura? El cura es un hombre como cualquier otro y no tendría por qué andar toda su vida célibe. Podría Su Santidad decir, que se case el que quiera y el que no quiera que no se case. La dificultad podría estar en que los más ancianos, que han estado toda su vida célibes, den ahora su visto bueno para los más jóvenes.

Todo el mundo sabe que el problema que tanto espanto y quebranto sucede con la pederastia se acabaría. Razones obvias. Y que en tiempos en nuestra Iglesia se casaban los curas, hasta que por lo visto vino un antecesor suyo y dijo "Se acabó, aquí todo quisque soltero". Se llega a argumentar que no tendría dedicación completa y hasta que si el cura estuviera casado no podría haber secreto de confesión, que la parienta se enteraría de todos los chismes. Pero eso es una tontería. Sabe Vuestra Santidad que la mujer es un pozo sin fondo y que es una criatura de Dios y por eso se la dio a Adán en el paraíso, diciéndole "no es bueno que el hombre esté solo, le daré una compañera" y no dijo nunca "excepto a los curas". Por eso a veces se comprende "la terrible soledad" del cura.

P/D: Y Otra cosa Santidad, si los curas estuvieran casados, se mirarían más otros problemas. Parece, se intuye, se palpa, que en la organización de nuestra Iglesia no hay la democracia que el progreso demanda. Salvo la elección precisamente del Pontífice, hay mucho a dedo y en algún caso puede derivar que algunos se crean que hablan también "ex cátedra" y rija más la soberbia que la humildad. Esa humildad que ejerce nuestro querido Papa Francisco. Con mi respetuoso saludo.

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