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Seguramente buena parte del electorado de Bruno García, ese que le dio la mayoría absoluta por los pelos que le permitió acceder a la Alcaldía en mayo del pasado año, pensaba en otra cosa bien distinta a la que a la vuelta de once meses ha terminado haciendo el PP en relación al nomenclator, que tan polémico resultó durante los ocho años de ejercicio del anterior gobierno de José María González.
A buen seguro la masa votante de los populares se podrían dividir en dos bloques; de un lado, los situados más a la derecha o más contrarios a Kichi, que posiblemente esperaban una reversión de ese alegre baile de nombres que se perpetró entre 2015 y 2023, sobre todo en lo concerniente a esas vías que más polémicas suscitaron, como las dedicadas al Marqués de Comillas, al Rey Juan Carlos o al almirante Apodaca; por no hablar la del estadio Carranza, cuyo escenario aún colea. El otro bloque, el más centrista o moderado, seguramente se conformaría con que la llegada de un nuevo gobierno frenara esta práctica caprichosa de cambiar al libre albitrio el nomenclator y en perpetuar con letreros en las calles a aquellos gaditanos por su reciente fallecimiento, sin mirar méritos u olvidando otros nombres mucho más relevantes en la historia de la ciudad.
Pero el alcalde no ha actuado ni para unos ni tampoco para los otros. Bruno García ha jugado a ser Kichi y ha decidido validar la anterior política de nomenclátor siguiendo con la misma línea. Y si en tiempos de Adelante los cambios llegaban por lotes, ahora se presenta el PP para dar nuevo nombre a 13 calles de la ciudad, sin criterio aparente, sin recorrido definido, sin ton ni son.
El gobierno local no parece haber ejercido filtro alguno a la hora de plantear los nuevos cambios de nomenclator. Entidad que lo solicita, entidad a la que se atiende. Ya sea un colegio que quiere recordar a su director, una entidad de baile folclórico que quiere recordar a su fundadora en el lugar donde tuvo la primera sede, una improvisada propuesta a raíz de un inesperado fallecimiento, o alguien relevante para un colegio profesional. Personas cuyo recuerdo podría manifestarse con una placa en determinadas vías o edificios; pero que el Ayuntamiento del PP ha optado por conceder la rotulación en tramos concretos o discretos de una vía, o directamente ha optado por enviar al garete nombres históricos.
¿Qué hubiera supuesto que Kichi se cargara el nombre de Santo Cristo, que rotula esa calle que conecta Candelaria con Manzanares desde antes de 1873? ¿O si hubiera decidido mandar al olvido el nombre de San Severiano en la plaza que alude al templo allí edificado? Pues hasta ahí ha llegado esta apuesta del PP por ser más radicales que sus antecesores con esto del callejero. Menos mal que hay un concejal exclusivamente dedicado a las hermandades, para mostrar cierta sensibilidad religiosa...
Sorprende este aluvión de nuevos nombres que plantea un alcalde que ha dicho en reiteradas ocasiones que tiene cosas más importantes que hacer en la gestión de la ciudad que pensar en los nombres (en su caso se refiere siempre al Estadio). Afirmación que a la vuelta de once meses, y con numerosos frentes por cerra y otros tantos por abrir en el gobierno municipal, queda en agua de borrajas con esta inyección de cuestiones banales.
Y sorprende también que un partido que se mostró contrario a nombrar a una avenida como la Sanidad Pública, pues se olvidaba del resto de los sanitarios, que también atienden a los enfermos y a los pacientes, proponga ahora que una rotonda lleve el nombre de Educación Pública, olvidando a la Concertada de tanta presencia en la ciudad.
Puestos a imitar a su antecesor, el gobierno de García repite el modelo de dudosa idoneidad de no rotular las calles solo con el nombre, sino con el cargo, profesión o escenario donde destacó la persona a la que se dedica la vía. Como hace con la futura vía “Hostelero Gonzalo Córdoba” en la plaza existente en la confluencia de las calles Doctor Meléndez y Arricruz -¿no bastaba con rotular como Gonzalo Górdoba?-, o con la próximamente antigua calle 24 de julio, que se dedicará al “Poeta José Manuel García Gómez”.
Por tanto, el Estadio seguirá llamándose por ahora Nuevo Mirandilla; el teatro del Parque ha perdido también el nombre de Pemán; las avenidas y la Alameda no recuperarán su nombre cotidiano. Y al mismo tiempo, Bruno García suma 13 nuevos cambios de calles y plazas manteniendo así la política de su antecesor; esa que tanto criticó su partido pero que ahora copia a pies juntillas, cuando no intenta incluso superar. Bruno quiere ser más que Kichi.
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