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Arte

No solo de ARCO vive el arte

  • Esta es una pequeña muestra de lo mucho y bueno que ocurre en un arte andaluz que se prepara para el apasionante encuentro anual con las ferias programadas en Madrid

Una de las obras de la artista Aixa Portero.

Una de las obras de la artista Aixa Portero.

La realidad artística se centra, ya en su fecha habitual, en todo lo que ocurre en el febrero madrileño que reúne en cuatro días un vasto desarrollo expositivo con una oferta dispar que deja, bien a las claras, por dónde se establecen esos parámetros, tan abiertos, que se disponen en torno al arte contemporáneo; unos pocos días bastarán para que la creación plástica muestre sus fortunas y sus luces, también sus carencias y sus muchas sombras. Antes de que las Ferias de Madrid –ARCO, ARTMADRID, JUSTMAD, DRAWING ROOM, HYBRID, URVANITI, SAM– abran sus puertas, con el esquivo telón de fondo de la fratricida guerra política de los gallos del PP –la estulticia de unos está provocando la carcajada eterna de otros que se ven eternizados en el más alto poder cuando son los más nefastos políticos que ha dado este país– no me resisto a dejar constancia de algunas exposiciones de infinito interés que han tenido como protagonistas a artistas de clara significación; la mayoría autores andaluces con suma y solvente proyección.

La pintora jienense Ángeles Agrela inaugura el espacio madrileño de la Galería Yusto/Giner, la galería de Marbella que tanta dimensión está aportando al moderno discurrir del arte en Andalucía. La figura femenina de esta artista vuelve a llenar de inquietud una representación que concede suma sapiencia representativa y conceptual a una enigmática mujer tocada con barrocos peinados. De nuevo, la realidad queda velada en una figura que se nos aparece en ese exultante sentido característico de la iconografía de una artista con un lenguaje personal e intransferible.

La malagueña Aixa Portero plantea, en la Empírica de Granada, ese compacto concepto plástico, de amplia estructura formal, que genera múltiples circunstancias donde todo es posible desde una óptica personalísima que abre las perspectivas de una naturaleza, unas situaciones sociales, unas circunstancias abiertas y, sí, todo un formulario de acciones que la artista realiza con los más variados soportes plásticos; en definitiva, unas argumentaciones abiertas, de un arte total que atrapa y no deja indiferente.

La artista granadina Mari Ángeles Díaz Barbado, en su galería de referencia en la capital malagueña, Isabel Hurley, nos ofrece la suprema sutileza de un dibujo íntimo y esclarecedor que, al modo de musicales variaciones de un mismo tema, nos envuelve y nos transporta a universos presentidos que asumen las más rigurosas posiciones de un estamento estético lleno de clarividencia estética y personal manifestación de lo que es bello por sí y para sí.

Natalia Domínguez aborda, en el Damián Bayón de Santa Fe, esa plástica sin ataduras donde el concepto circunscribe una nueva realidad artística sin sujeciones a ficticias representaciones. Por sus obras transita un proyecto iconográfico que sólo deja expuestos episodios reales, que manifiestan los desenlaces formales mediatos de una idea. La obra de la jerezana no se atiene a fórmulas ilustrativas de nada, sólo marcan posiciones virtuales que administran desarrollos conceptuales de particularísimas fórmulas artísticas.

El CACMálaga, aparte de sus consabidas propuestas de carácter permanente –colección Carmen Riera y Niebourgs– presenta dos exposiciones de muchísima envergadura: la inquietante obra del belga Dieter de Greef y la exuberante manifestación cromática del sevillano Patricio Cabrera, pesos pesados, todavía jóvenes, de un arte sin fisuras, ni plásticas ni estéticas. Dieter de Greef remacha la iconografía del desnudo femenino, pero otorgándole un valor nuevo. El artista se vale de imágenes extraídas de distintas fuentes para descontextualizar la primera línea conceptual y abrir nuevas rutas para que la realidad representada encuentre otro testimonio ilustrativo. Existe una especie de lenguaje con referencias al cómic que deja abiertos los espacios significativos para que el espectador se sienta atrapado en un universo de felices sensaciones. Patricio Cabrera es un artista lúcido que realiza, asimismo, una pintura con infinita lucidez creativa. Sus obras cuentan íntimas historias aderezadas con unos poderosísimos sistemas cromáticos. En esos compactos y rigurosos espacios coloristas se desarrollan especiales registros donde la realidad se manifiesta de manera esencial para que sólo proyecte perfiles sucintos de elementos inmediatos.

En la Fundación Antonio Gala de Córdoba, el granadino Juan Vida ofrece su particular iconografía pictórica donde se recrea el testimonio de su experiencia tras la adopción de su hija en China. En varias obras de gran formato, el artista plantea un universo tremendamente entrañable, donde el pequeño nos sitúa en una realidad cotidiana, con la figura del niño marcando todo el territorio representativo que, a su vez, está poblado de referencias a juegos y situaciones infantiles. La poderosa pintura de este artista se yuxtapone a ese cálido mundo infantil de sutil y sana energía vital.

Dos exposiciones en salas gaditanas marcan estos momentos inmediatos a los acontecimientos madrileños. Por un lado, en la Sala Pescadería de Jerez, la importante muestra de otro granadino en plena joven madurez creativa: Pedro Cuadra, que nos presenta su particular estamento de apropiacionismo, con imágenes extraídas de universos distintos que el autor compone para crear ambientes distópicos, con lo real mostrando caras y los personajes desempeñando roles para los que no habían sido invitados. Por su parte, Magdalena Bachiller expone en la Sala Rivadavia de Cádiz. La pintora jerezana nos hace situarnos en un espacio límite donde la naturaleza ha perdido toda su hojarasca para dejarnos atisbar la síntesis escondida de sus estructuras conformadoras. Con una portentosa habilidad en el dominio del dibujo a tinta, la artista compone los circuitos internos de lo real, sus múltiples desarrollos esenciales, sus argumentos distributivos; todo en una contenida exuberancia formal que descubre una pintura de una descomunal fuerza pictórica.

Es una pequeña muestra de lo mucho y bueno que ocurre en un arte andaluz que se prepara para el apasionante encuentro anual con unas ferias que compendian y magnifican una creación que, aquí, mantiene expectante un pulso con lo mejor de lo artístico más nuevo, dejándonos claramente la sensación de que, en febrero, no sólo de ARCO vive el arte.

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