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Cultura

La referencia de la gran pintura

No creo que nadie, a estas alturas, ponga en duda la trascendencia del Centro que dirige Yolanda Romero; pero, por si acaso, que el que tenga tal duda, vaya a contemplar la exposición que resume la Colección que sobre el pintor granadino se custodia en la que fue sede del diario Patria. Sólo por esto vale la pena un espacio museístico como el que se encuentra en la calle Oficios. Si a esto le añadimos la programación sabia y acertada que apoya y completa las muestras sobre los fondos de la obra de Guerrero, el Centro de Arte granadino se convierte en referencia absoluta de lo bueno que hay que hacer en una institución como la que nos ocupa.

Esta exposición compila la obra de este artista, crucial para el establecimiento del arte español de la segunda mitad del siglo XX. José Guerrero se formó en el taller de un granadino ilustre de la época, don Gabriel Morcillo -con él compartieron espacios instructivos otros pintores que llegaron lejos, Miguel Pérez Aguilera, Manolo Rivera, Claudio Sánchez Muro… donde comenzó a pintar y aprendió un oficio que derivaría en muchos estamentos pictóricos ajenos a lo que se enseñaba en el tradicional estudio de don Gabriel-, de él decía José Guerrero que le reñía constantemente por pintar a la manera "de un pintor mejicano muy malo llamado Diego Rivera". Y es que Guerrero comenzó su carrera dando forma a una figuración distinta a los planteamientos tradicionales y asumiendo nuevas realidades con esquemas de gran esencialidad y patrocinando dimensiones que iban diluyendo la representación buscando parcelas de gran expresividad que serán puntos de enlace con otros desarrollos pictóricos que darán un giro importante cuando José Guerrero se marcha a Estados Unidos buscando nuevos horizontes más afines a su poderoso compromiso creativo.

La exposición nos introduce en un esquema temporal que empieza con aquella figuración matizada de concreciones virtuosistas y suspendida en un esclarecedor expresionismo de sucintas y bellas matizaciones. La siguiente etapa transita por un Guerrero en tierras americanas, cuando la ruptura conceptual y plástica era un hecho en Estados Unidos y los intereses artísticos rompían con los pacatos ideales de un arte que evolucionó hacia impulsos gestuales de demarcaciones cromáticas de imprevisibles resultados. Fue el tiempo aquel que el materialismo exuberante de Pollock y la pulcra realidad colorista de Rothko acentuaran las directrices de una pintura que el pintor granadino acoge con entusiasmo. Pintura gestual, sin cortapisas, entusiasta, representativa de ese expresionismo abstracto americano que marcó un hito en el Arte del siglo XX y un sendero inquietante, por el que no era fácil transitar si no estabas provisto de una verdad creativa poderosa.

Junto a estas obras de marcada visión expresionista nos encontramos con las fosforecencias, obras que José Guerrero pinta concediendo una nueva dimensión a lo figurativo a través de simples cajas de cerillas que convierte en un ideario estético totalmente al margen de la imagen de referencia.

Y para terminar este esclarecedor recorrido, aquellas obras que plantean la esencialidad de una idea mediante una reinterpretación de una realidad que el pintor granadino convierte en un nuevo fundamento estético.

La exposición del Centro José Guerrero viene a ilustrar la genial obra de un artista grande, máximo exponente de la pintura española abstracta del siglo XX. José Guerrero debería ser el gran referente artístico de una Granada que ya, en otras facetas artísticas, lo tienen. Gracias al Centro que lleva el nombre del pintor, el ciudadano puede situarse en las amplias márgenes pictóricas de un artista absoluto que abrió las más variadas rutas de un artista absoluto que abrió las más variadas rutas de la pintura abstracta. Una colección para tener siempre muy cerca y gozarla en todo su esplendor.

Centro José Guerrero Granada

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