Cultura

Cuando la realidad cambia su rumbo

  • González de la Calle expone en la Galería Benot de Cádiz sus 'distopías', una pintura con muchos guiños

No es nuevo que Juan Ángel González de la Calle pinte realidades distorsionadas en el tiempo y en el espacio. Personajes fuera de lugar, espacios imposibles habitados por seres que vagabundeaban en paisajes equivocados, figuras históricas guiñando cómplices miradas a un animalario fantástico lo lleva haciendo hace tiempo y lo lleva haciendo con la pulcritud, el rigor pictórico y la acertada estructura compositiva del que se sabe pintor poderoso y es capaz de alcanzar cualquier cima por fuerte porcentaje de altura artística que esta tenga. Por eso esta exposición en la galería de Fali Benot se nos antoja un paso más en su carrera de artista que va dejando atrás etapas perfectamente conseguidas y metas volantes ganadas con suficiencia. Precisamente esto que ahora llama distopías -personajes descontextualizados de su habitual posición y objetos ocupando espacios poco habituales - han sido unas de sus mejores ofertas a lo largo de su carrera.

Como el artista conoce a la perfección los entresijos de la pintura y como está en posesión de una preclara visión de lo que acontece, sabe coordinar realidades enfrentadas y buscar las rutas diferentes de un paisaje cuyas dudas sólo se encuentran en su interesado posicionamiento conceptual.

González de la Calle es un autor de oficio, que ha sabido dejar atrás los virtuosismos que atrapaban miradas fáciles, para adentrarse por una pintura más compleja, más adulta, con más sentido y, sobre todo, consiguiendo generar estados de opinión.

La exposición gaditana, primer paso de un proyecto más ambicioso auspiciado por la Diputación Provincial, nos conduce por una pintura que patrocina muchos guiños a una realidad con sus coordenadas distorsionadas, por unos personajes con los rumbos cambiados, por un paisaje que deja su habitual emplazamiento para acceder a una contraria posición donde sus existencias se encuentran mediatizadas por la esquiva mirada de gestos contrarios. Que la estatua de Lenin aparezca sobre el techo de un carrusel de feria, que la cruz de guía de una cofradía haya trocado el itinerario de su hipotética carrera oficial por un despoblado paisaje ártico, que dos despistados pingüinos quieran subirse a una tropical palmera en la playa de la Caleta, que la escultura del general Primo de Rivera navegue en un bloque de hielo o la de San Martín aparezca en unas escalerillas de avión, no son sino visiones pararreales que nos trae las inestables rachas de un viento que vuelve imposible lo inmediato y hace soñar con un universo de entrañables circunstancias a contracorriente.

Juan Ángel González de la Calle manifiesta la realidad de una pintura figurativa donde nada es lo que parece porque detrás de cada escena existe el patrimonio absoluto de un arte sin tiempo, sin fronteras y, aquí más que nunca, sin espacios ni horizontes constreñidos.

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