Cultura

El pulcro patrimonio de los rojos

CÁNDIDA GARBARINO. Galería Benot. CÁDIZ.

Si bien no es artista de constantes y frecuentes comparecencias expositivas - a pesar de que, en estos momentos, una colectiva y una individual acaparan obras suyas- el nombre de Candi Garbarino está presente siempre en el imaginario del buen aficionado a lo artístico de esta zona. Son muchos años formando parte de ese grupo importante de artistas gaditanos que han dado dinamismo y carácter a la plástica de una ciudad donde siempre ha existido marcado inquietud y expectación y que, en mayor o menor medida, se ha apostado por un arte donde, sobre todo, anidaba el entusiasmo creativo. Ahora, Candi Garbarino llega a la galería de Fali Benot, irreductible bastión, el único existente en la ciudad, que sirve para canalizar mínimamente la mucha producción de los artistas gaditanos, y lo hace con una colorista muestra donde los conceptos de figuración y abstracción se hacen presentes formulando sus poderosas propuestas expresivas.

Parece que la artista gaditana se vale de una particular referencia, los antiguos cartones para tapices; con ellos, por ellos y desde ellos, desentraña infinitas posiciones plásticas que la autora convierte en apasionados relatos cromáticos, con el rojo, sobre todo, como especial maestro de ceremonias. De todas maneras, este argumento, válido a todas luces, no es nada más que una mera conjetura para ejecutar una obra poderosísima en la que se da suelta a un sistema estructural basado en la contundencia visual de color. Todo queda suscrito a ese aplastante sistema simbólico del rojo que asume su poder conformador sólo roto por el feliz encuentro de un blanco que matiza su fortaleza y acentúa bellas posiciones contrastantes.

En las piezas abstractas, Candi Garbarino nos ofrece sistemas expresionistas que dejan abiertas las compuertas para que la mirada busque mínimas referencias evocadoras. Espacios en rojo suscritos por áreas de blancos y tenues toques esmeraldas o doradas grafías que transportan a bellos espacios donde la sutileza de la composición y el poder envolvente del color dictan una apasionante lección de expresionismo abstracto que genera al espectador las máximas expectativas evocadoras, con lo sensorial marcando unas bellas rutas de profundo formalismo plástico. Por otro lado, en la pintura figurativa, nos concede, más si cabe, ese acercamiento a la bella pintura de aquellos tapices donde una amplia iconografía surtía al artista de los más variados asuntos. De esta manera, nos encontramos con una feliz galería de elementos naturales, sobre todo, faunísticos que han sido descontextualizados de su entorno y llevados a un escenario nuevo para protagonizar una realidad que redunda en los conceptos plásticos y estéticos de aquella pintura barroca a la que, ahora, Candi Garbarino, ha extraído uno de sus componentes.

Estamos, en definitiva, ante una pintura muy al estilo de esta artista, al dominio de los elementos compositivos se une un desarrollo conceptual amplio muy acertadamente desarrollado.

De nuevo la artista gaditana salta a la palestra expositiva dejando constancia de que es miembro de número de esta creación que tiene lugar en Cádiz y que, como viene ocurriendo desde hace muchos años, es una pintora con la que siempre se ha de contar.

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