Cultura

El primer espacio vital de un genio

El título de la exposición que dirige Pepe Lebrero no es más que un muy buen título para una magnífica. Creo que el que es el mayor genio de la pintura del siglo XX no tenía que ver con Málaga -salvo que fue la ciudad donde nació -, como tampoco lo tuvo con La Coruña, con Barcelona, con París o con el resto de las poblaciones francesas donde vivió. Picasso era tan grande que estaba por encima de localismos, geografías o historias. Picasso sólo tenía que ver con el propio Picasso y con la creación artística, lo demás son referencias o afortunadas terminologías, como la de esta muestra, para anunciar el mayor artista que nos ha legado nuestra historia artística reciente.

La exposición, espléndida como es norma habitual en las que se presentan en el Museo Picasso de Málaga, nos sitúa en la Málaga donde el artista vio la luz, aquella Málaga antigua que, todavía, estaba muy lejos de abrirse a una incipiente modernidad. Años ochenta de la centuria decimonónica que contemplaba una ciudad vieja, campesina y marinera, faltándole aún muchas décadas para convertirse en la capital de la Costa del Sol y en la gran capital andaluza que hoy es. Allí vino al mundo Pablo Ruiz Picasso. Era la noche del martes 25 de octubre de 1881, el lugar el número 36 de la antigua Plaza de Riego, bautizada con el nombre de la Merced. En esos mismos momentos, la ciudad asistía al importante incendio de los depósitos de máquinas de la Estación de Málaga, antigua Compañía de los Ferrocarriles Andaluces. Su padre, don José Ruiz Blasco era profesor asistente en la asignatura de Dibujo Lineal y de Adorno en la Escuela de Bellas Artes; al mismo tiempo era un pintor de no muy demasiada trascendencia en aquella ciudad donde los pintores de mayor consideración eran José Denis Belgrano y Antonio Muñoz Degrain.

El pequeño Pablo se encontró pronto a su alrededor un ambiente muy proclive a lo artístico; esto unido a sus especialísimas dotes, lo hicieron muy pronto dominar los rudimentos de la pintura y comenzar a realizar pequeñas obritas que ya destacaban y preveían algo muy grande. En Málaga, la familia Ruiz Picasso, estuvo hasta 1890, año en el que Don José obtiene la plaza en propiedad de Profesor de Dibujo de Adorno y de Dibujo de Figura en la Escuela de Arte de La Coruña.

Aquella Málaga de Picasso es la que se refleja en esta amplia muestra. Dibujos y pinturas de su padre, de los pintores de su familia - Juan Picasso González y María Dolores Ruiz Picasso-, de artistas coetáneos a don José, los mencionados Denis Belgrano y Muñoz Degrain, así como de Emilio Ocón y Rivas, José Ponce Puente, Antonio Gutiérrez de León, Bernardo Ferrándiz, Rafael Blanco Merino, José Cubero, entre otros; también dos papeles de Carlos Casagemas, un retrato de Joaquín Sorolla y, lo más importante, una espléndida selección de obras de Picasso de aquella existencia malagueña en la que comenzaba a dar muestras de su importante capacidad pictórica, que se complementan con una serie de piezas de distintas épocas de la larga carrera artística del genial pintor. Además, la exposición nos muestra una amplísima colección de fotografías de la vida y la obra del artista, de Málaga, de los Picassos, así como muchos otros documentos, planos, carteles de toros, etiquetas de bebidas, proyectos urbanísticos y un largo etcétera que conforman un variadísimo y esclarecedor catálogo de la historia de Picasso y la ciudad que lo vio nacer.

Muy buena exposición documental la que tiene lugar en el Picasso de Málaga, si bien sin ese sentido artístico que hemos experimentado con otras muestras temporales de las que hemos disfrutado en el Museo que tan inteligentemente dirige Pepe Lebrero.

Museo Picasso Cádiz

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios