Los poemas de 'Aún trémulo el ramaje' llegan a la Fundación Ory

Antonio Serrano Cueto presenta esta tarde un tercer poemario de poso clásico, con el amor como protagonista.

Antonio Serrano Cueto.
Antonio Serrano Cueto.
Pilar Vera Cádiz

13 de octubre 2016 - 05:00

Autor sobre todo de poesía y microrelato, Antonio Serrano Cueto no sabe si unos y otros se retroalimentan pero sí que, desde luego, se siente más cómodo en las "distancias cortas": "Me gusta trabajar la palabra precisa -indica-. Puede ocurrir que alguna vez algún microrelato tenga un tono más poético, o lo haya imaginado como posible poema. En los relatos más largos, en Zona de incertidumbre, sí que puede haber alguno de tono más poético, pero si se influyen, yo no lo sé".

El escritor presenta esta tarde, en la Fundación Carlos Edmundo de Ory, Aún trémulo el ramaje (La isla de Sistolá), su tercer poemario tras No quieras ver el páramo y Son caminos. Una colección de poemas de pulsión clásica que guarda algún punto en común con sus antecesores: "En No quieras ver el páramo, por ejemplo, se exponía la encrucijada del tiempo, y en Son caminos, la pequeñez del hombre ante el mundo que se desborda ante su mirada -explica Serrano Cueto-. Este es un poemario de amor, pero sin dejar de tocar la conexión con la naturaleza. El amor en su fase de descubrimiento a través de señales y símbolos que se abre en Epifanía; en la plenitud que se ve en Un dios amordazado y el amor en el que pesa más el recuerdo y el pasado, porque ha llegado a un punto que tiene mucho más tiempo detrás que delante, en Fuga y memoria".

"Están presentes, claro, los temas clásicos del paso del tiempo y la imposibilidad de comprender nuestras vidas, que es algo que nos viene dado y no tiene remedio y que, conforme vamos dejando atrás, se va difuminando" continúa. Reconoce la influencia de la mirada clásica -presente en toda la sensorialidad, la delicadeza en lo cercano, la inevitabilidad de cierta forma de destino e, iconográficamente, en poemas como Himeneo o Un dios amordazado, que estuvo a punto de titular el poemario-, algo casi inevitable por formación, pero que Serrano Cueto atribuye más bien a la presencia de "una serie de temas que te llevan a un tipo de poesía cultivada desde antiguo, que también va un poco contracorriente de la poesía que se hace hoy en día. El título del libro es un verso de Cernuda, del poema Égloga, de una etapa de la que Antonio Rivero Taravillo decía que el poeta era más que de mármol, de clásico y frío".

Para Antonio Serrano Cueto, la escritura, sobre todo la escritura "condensada", puede dar al autor la opción de "mirar la realidad de manera distinta, porque vas buscando la esencia, aunque no sé si esto puedo considerarse algún tipo de ejercicio, consciente o inconsciente -comenta-. También es verdad que detrás de cada texto hay mucho trabajo de taller: eso de que el poema surja casi de inmediato con la inspiración no hay quien se lo crea, aunque, como en mi caso, se trabaje más la imagen y la idea que el mismo concepto, ya que intento crear una poesía que pueda ser luminosa pero que también pueda tener una segunda lectura."

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