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Archivo Provincial

El poder notarial que viajó desde Persia hasta Cádiz

  • El Archivo Histórico de Cádiz dedica su documento destacado a un escrito de la comunidad armenia del siglo XVIII que reclamaba una deuda

Detalle del documento escrito en lengua armenia.

Detalle del documento escrito en lengua armenia.

El Archivo Histórico Provincial de Cádiz dedica su último documento destacado a analizar la presencia de la comunidad armenia en Cádiz en el siglo XVIII, y lo hace con un escrito fechado en 1701 que forma parte de la escritura presentada ante el escribano de Cádiz Juan Antonio de Torres. El director del Archivo, Santiago Saborido, ha sido el encargado de seleccionar y redactar este documento destacado, que está escrito en lengua armenia y que tuvo que se traducido al castellano para su inscripción ante el escribano.

Se trata de un poder que los hermanos y familiares, en Persia, dan a Simón y Matatías Zacarías, hermanos y en ese momento residentes en Cádiz y ambos de nacionalidad armenia, como herederos de Zacarías de Arguli, su padre difunto, y en nombre de su madre, Osqui de Jostraf y de sus otros hermanos, para que lo representen como documento en la carta de pago y finiquito a Juan Zacarías, vecino de Cádiz, como poseedor de los efectos y bienes que un tal Obasap, también vecino de Haioz y fallecido en Messina (Sicilia), le debía al tal Zacarías de Arguli: concretamente 1.600 pesos.

El documento en cuestión, como queda dicho, se transcribió al español para poderlo protocolizar ante el escribano como testimonio de prueba en la “Carta de pago de Juan Zacarías, comerciante de Cádiz contra los hijos, nietos y herederos de Zacarías de Arguli”. Curiosamente, se decidió encargar la traducción a un presbítero de Rota, Fernando de Aguilar, pero en su ausencia se decidió que la traducción la hiciera por Jacome Enuncio, “persona inteligente para ello”.

En la carta de pago y finiquito, Simón y Mathias Zacarías, se manifiestan hijos legítimos de Zacharías de Arguli, “defunto” pidiéndole al escribano gaditano que incorpore el documento en cuestión a la escritura de pago. Se indica que a su padre, un tal Obasap, muerto en Messina, le debía 1.600 pesos escudos de a diez reales de plata, como se refleja en una cláusula de su testamento. Al tener Juan Zacarías, armenio y vecino de Cádiz los efectos del difunto Obasap, es a aquel al que se le insta a que le abonen a los hermanos la deuda contraída con su padre.

Como se explica en el texto del documento destacado del Archivo, el escribano de Cádiz testimonia que ante su presencia Juan Zacarías le abona de su mano la cantidad demandada, los 1.600 pesos escudos. Se lo abona en doblones de a 16 escudos, de a 8 y también de a 4 escudos, “de moneda corriente de estos reynos”, manifestando a través del interprete “estar cavales y satisfechos de su bondad y ley”, dando por nula, rota y cancelada la citada obligación. De esta manera esta carta de pago y finiquito es la prueba del pago de la deuda, indicando el escribano que el intérprete indica “que Simon y Matathias se obligan de dar y entregar la cantidad liquida que le pertenece a su madre, hermanas y sobrina…. según el poder inserto”.

Según señala Santiago Saborido en el estudio de este documento, en los pocos estudios que se han realizado sobre los armenios en Cádiz –los de Hipólito Sancho de Sopranis y Antonio Domínguez Ortiz–, se ha cifrado el número de la colonia armenia en una docena de miembros: “Sin embargo, en el rastreo que nosotros hemos hecho a través de los protocolos notariales nos sale una cifra diez veces mayor, es decir, personas que por un motivo u otro se vieron en la obligación de otorgar un documento, pero no figuran en ningún padrón, ni dejaron más huella que su paso por una de las escribanías públicas de Cádiz”.

“Pero no es este el único documento que localizamos en los Protocolos Notariales de Cádiz. Así, por ejemplo, el 3 de julio de 1685, los armenios de Cádiz se reúnen en la notaría de Baltasar de Cepeda, a la vez mayordomo de la Hermandad del Nazareno, para obligarse como agradecimiento con la citada Hermandad a entregar un peso de plata de cada una de ‘las piezas de mercaderías’ que ellos pasaran por la Aduana de Cádiz, para el adorno y la cera de la capilla del Nazareno, en la Iglesia del Convento de monjas de la Concepción de Santa María de Cádiz”.

Esta obligación hay que verla teniendo en cuenta, como explica Saborido, en la terrible situación que los armenios estaban viviendo en esos momentos. Y es que un año antes de la donación al Nazareno, el rey Carlos II había ordenado la expulsión de los armenios de las ciudades, villas y lugares de los reinos de las Españas debido, entre otros motivos, a los celos de comerciantes locales y foráneos que veían a estos comerciantes como una fuerte competencia.

Por ello, Jácome de Zucar y otros armenios reconocen esta deuda con la hermandad con una ‘Escritura de Promesa y Obligación con la Cofradía de Jesús Nazareno’, aún recordando que ya sus antepasados habían colaborado también como hermanos de la cofradía a engalanar la capilla del Nazareno.

Así tuvo que ser tal como se puede observar en los ricos azulejos holandeses, procedentes de las fábricas de Delft, expuestos desde 1670 en la Capilla del Nazareno, en la Iglesia de Santa María, y pagados por David, Pablo y Jacob Zucar, de la nación armenia.

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