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Arte

Una pintura llena de máxima energía

  • El roteño Manuel Tosar Granados sigue siendo un pintor poderoso, lleno de energía pictórica, con una solvencia artística que lo capacita para cualquier representación

Manuel Tosar con la concejala de Cultura, Esther García.

Manuel Tosar con la concejala de Cultura, Esther García. / Ayuntamiento de Rota.

Hacía mucho tiempo que su nombre no sonaba, cuando antes era habitual en algunas de las muchas muestras que recalaban por nuestra zona. Creo recordar que la última vez que Manuel Tosar Granados presentaba su obra en la provincia fue en aquella muy buena comparecencia en la Diputación de Cádiz –¡cuánto se echan en falta las buenas exposiciones de buenos artistas que la institución provincial organizaba en el Claustro del edificio de la antigua Aduana de Cádiz!– en la que asistimos a un completo conjunto de la personalísima obra del artista nacido en Rota.

Debo empezar mi recorrido por la obra de Manuel Tosar Granados diciendo que su pintura fue para muchos uno de los primeros grandes referentes que se tuvo por estos lugares para saber de la existencia de una pintura distinta a la que habitualmente llenaban los espacios expositivos en los años setenta. Muchos, gracias a este pintor, se enteraron de que la pintura figurativa era algo más que la plasmación, más o menos acertada, de lo concreto; con Tosar Granados se asistía a un determinante sentido representativo muy alejado de la mimética y desapasionada figuración que poco aportaba a una pintura que exigía y suponía mucho más. En Tosar Granados el espectador se encontraba con la ilustración de una realidad que no estaba determinada por las exactitudes epidérmicas, simples, fáciles y tantas veces amaneradas; en su pintura se observaba la dimensión de la luz y el color acondicionando formas que suponían un paso más en la representación. Había un sentido distinto de la expresión. La materia conformante de la pintura, el color, conseguía efectos expresivos y sorpresivos que no eran los usuales en una pintura que, todavía, por aquí, para una inmensa mayoría, mantenía postulados con mucho de conservadurismo y fuera de las órbitas de un arte que, ya hacía tiempo, caminaba por otros senderos.

Siempre nos pareció que Manuel Tosar Granados era un pintor al que se debía tener muy en cuenta. Estaba en posesión de un lenguaje muy particular, con unos criterios compositivos muy bien estructurados para que la forma plástica potenciara los registros de una representación que él hacía personal y llena de los efluvios entusiastas de un pintor que sabía muy bien lo que hacía. No se contentaba con ser un pintor realista que marcaba bien las rutas de una figuración esencial. Ni mucho menos; desarrollaba una gramática pictórica con la forma desentrañando un potencial representativo con marcado acento de un expresionismo muy bien matizado desde unos blancos llenos de energía que determinaban una ambientación ilustrativa perfectamente asumida desde un concepto plástico definido con claridad y sin ambigüedades.

Una de las obras que el artista roteño muestra en la exposición del Castillo de Luna. Una de las obras que el artista roteño muestra en la exposición del Castillo de Luna.

Una de las obras que el artista roteño muestra en la exposición del Castillo de Luna. / Ayuntamiento de Rota.

Ahora, después de un tiempo de ausencia, asistimos con sumo placer a una nueva muestra del pintor de Rota. En el emblemático Castillo de Luna, centro de la historia de la Villa, nos volvemos a encontrar con el lenguaje apasionado y apasionante de un pintor que jamás deja indiferente; que convence casi unánimemente y que sigue abriendo los horizontes en una pintura figurativa que marca distancia con otros artistas de los mismos parámetros estéticos. Lo hace porque surge de un pintor pintor, con los argumentos de un artista que no se deja llevar por los convencionalismos ni por las modas veleidosas que confunden. Él sigue siendo fiel a una fórmula que le ha dado una posición y un estamento en una pintura que él desentraña con mucho sentido y personalidad.

El Castillo de Luna, allí donde ya expusiera en varias ocasiones; creo que la última fue hace cinco años, nos volvemos a encontrar una pintura, ya depurada, por la experiencia, con los argumentos fidedignos que siempre la hicieron distinta, particular y llena de contundencia plástica y que, ahora, se hacen poderosa manifestación de una realidad muy bien acondicionada para que ese expresionismo lumínico abarque más posibilidades representativas. De nuevo nos volvemos a encontrar con los máximos argumentos de una pintura realizada con mínimos; es decir, plantea lo real en base a los sabios encuadres del color; sustituyendo las marcas dibujísticas por un pasional planteamiento colorista que acentúa los dictámenes de la expresión, con la luz y las tenues marcas cromáticas potenciando los esquemas de lo real y dando mayor envergadura plástica a la forma.

Manuel Tosar Granados sigue siendo un pintor poderoso, lleno de energía pictórica, con una solvencia artística que lo capacita para cualquier representación pero que él ha formulado dentro de los postulados de una estética a la que le concede el máximo sentido y la más personal entidad. Una vez más Tosar Granados convence con un lenguaje claro, directo y portador de los máximos valores de la pintura de siempre, esa que se hace eterna e indiscutible.

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