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Crítica de arte

Esa pintura a lo Pepe Baena

Algunas de las obras que el gaditano Pepe Baena expone en la galería La Vera Cruz de Vejer.

Algunas de las obras que el gaditano Pepe Baena expone en la galería La Vera Cruz de Vejer.

El gran realismo veraz, ese que magnifica lo concreto, que engrandece lo que la mirada descubre, que enfatiza las exactas posiciones de la representación, tiene un nombre seguro en el arte de la provincia de Cádiz, Pepe Baena. Un artista con mayúsculas, un pintor valiente en posesión de una carrera bastante curiosa. No es un autor tipo, de los que desde siempre estuvo ligado a lo artístico; esos que nacen con la inclinación artística en sus venas, que se saben llamados a la creación. Ni mucho menos. Pepe Baena llega a la pintura muy tarde, después de que su vida estuviese ligada a lo audiovisual. Se hace presente en el estamento artístico de forma espectacular. En el año 2016, la Diputación de Cádiz le encarga el cartel anunciador del Día de la Provincia, ese que habían realizado muy buenos artistas -Hernán Cortés, Guillermo Pérez Villalta, Carmen Bustamante, Antonio Rojas, Chema Cobo, Lita Mora, Garikoitz Cuevas, los hermanos Mp & Mp Rosado, Rocío Cano, Diego Gadir, Juan Ángel González de la Calle o Fermín García Villaescusa, entre otros-. En esa obra casi iniciática Pepe Baena ofrecía la visión esencial de un aspecto sencillo de esa realidad íntima, popular y tremendamente cercana, que se desarrolla en cualquier mesa de cualquier bar de cualquier pueblo. Era, pues, un homenaje a la gastronomía provincial, con un plato de pescado frito, una copa de vino fino o de manzanilla de Sanlúcar, una cestita con un paquetito de picos y un plato de aceitunas, como protagonistas; todo en una feliz disposición cotidiana que describía, claramente, pero sin estridencias ni imposturas, un aspecto de la vida sencilla de uno de esos pueblos de Cádiz. En el cartel se hacía presente una de las características principales de la pintura de Pepe Baena, su sencillez, su cotidianidad, su determinante facilidad para captar lo más mínimo y entrañable.

Pepe Baena se asomaba al universo artístico arrasando, con un desparpajo absoluto y unas ganas que hacían que no se detuviese ante nada. A partir de aquellos momentos, el pintor gaditano entra en una vorágine de especial trascendencia, posicionándose en un estamento donde sólo caben los privilegiados. Obtiene los máximos reconocimientos en certámenes de suprema significación y comienza una carrera expositiva con comparecencias de suma importancia. Y es que la pintura de este artista no deja indiferente a nadie. Gusta a todos; a los menos duchos en la materia vuelve locos; a los entendidos convence por su facilidad, su valentía y su vibrante ejecución y, al resto, los atrapa con una pintura cercana, que se aparta de la figuración habitual y que deja entrever una solvencia creativa fuera de serie. La pintura de Pepe Baena se decanta de esa zona de confort donde transcurre la inmensa mayoría de la figuración habitual; su obra ilustra una parte muy curiosa de lo más inmediato, de lo que transcurre alrededor de todos y que pasa desapercibido para la inmensa mayoría de las miradas artísticas.

Por sus obras pasan los elementos más sencillos de la cotidianidad, la gente normal con sus actitudes normales, los ambientes que todos vivimos y, además, magnificando todas sus pociones; algo en lo que radica su importancia artística y su aplastante particularidad; es decir, en elevar al máximo estamento artístico lo más mínimo, lo simple, lo que, casi siempre, pasa desapercibido para los ojos elitista de la mayoría de los pintores que, incluso, osan hasta sentirse dueños de esa realidad ilustrada.

La exposición de Pepe Baena en la bella galería la Vera Cruz de Vejer nos conduce por ese amplio patrimonio pictórico de un pintor que, ya, está en posesión de un particularísimo lenguaje y un personal concepto artístico. Una galería de íntimos paisajes, con el blanco marcando posiciones plásticas y dirigiendo formalmente una realidad que abre las máximas perspectivas representativas. Paisajes cercanos, entrañables, de una cotidianidad aplastante, que descubren infinitas posiciones, elementos de esa realidad dominadora de esencias inmediatas. Junto a ellos una galería de figuras, con el protagonismo de su gente, de sus niños, de Pepe, de Mateo y de Sarita, en esas actitudes que sólo capta la mirada personalísima de un artista total, lúcido y lleno de intensidad creativa.

La exposición vuelve a introducirnos en ese universo artístico que Pepe Baena ha creado, con las formas inequívocas de una realidad inmediata, con los esquemas de un realismo veraz, ese que convence, que no deja indiferente, que abre las máximas perspectivas de una figuración que no está adocenada y que entronca con el realismo convincente de la mejor pintura de siempre.

Pepe Baena es un pintor inteligente, que sabe mirar como nadie lo que le rodea y, además, es capaz de darle un sello muy suyo que hace de su pintura totalmente diferente y, absolutamente personal e intransferible. Estamos ante un artista que es cada vez más Pepe Baena, que suscribe una realidad distinta, que traslada algunos aspectos que pasan desapercibidos para casi todos y que él se empeña en concederle los máximos atributos artísticos. Una vez más Pepe Baena en estado puro.

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