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"Me gusta lanzar dardos de emociones, de alegrías y penas"

En el gran teatro Falla María Fernanda D'Ocón protagoniza 'Mi hijo y yo'.

La gran dama de la escena española María Fernanda D'Ocón llega esta noche al Teatro Falla con 'Mi hijo y yo', una historia melodramática ambientada en el Londres de la Primera Guerra Mundial

María Fernanda D'Ocón, en su papel de la señora Sullivan.
Virginia León / Cádiz

17 de abril 2009 - 05:00

Sólo hizo falta una primera toma de contacto con el guión de Mi hijo y yo para percatarse de que se trataba de "un regalo". Un regalo que la protagonista, María Fernanda D'Ocón, reenvía a su público con la mayor pasión con la que una actriz puede enfrentarse a un papel.

La Primera Guerra Mundial se convierte en el telón de fondo de esta historia melodramática que esta noche se presenta en el Gran Teatro Falla, donde una madre y un hijo llegado por sorpresa invitan al respetable a pasear por el prolífero camino de registros que integran el arte dramático. "La obra tiene una parte de comedia que es ligera y muy divertida, también cuenta con momentos melancólicos y tristes, girando al final hacia el grito trágico". Es precisamente la suma de estos "recovecos" lo que de este espectáculo maravilla a María Fernanda D'Ocón. Más si cabe, como experta lanzadora de lo que la actriz denomina "dardos de emociones, de alegrías y lágrimas" que logra clavar al público "hasta herirlos de teatro", señala entusiasmada.

Y es que la obra del autor de Peter Pan (James Barrie 1860-1937) está hecha para gente que, como a esta gran dama de la escena española, le encandila el teatro realizado "a la maravillosa vieja usanza. Porque ahora se hace un teatro en el que prima el montaje".

A partir de aquí se agolpan las palabras de elogios para dirigirse a una forma de hacer teatro de la que tanto sabe. "Es una obra llena de silencios y pausas, algo que no se suele ver muy a menudo y con lo que gozo considerablemente". "No sabes -añade- lo increíble que es sentir desde el escenario que hasta que yo no quiera, la gente no va a respirar", dice con una dulzura arrebatadora.

En este sentido D'Ocón señala la cercanía de la gente como una de sus grandes bazas a la hora de interpretar un papel, en este caso, el de la señora Sullivan. "La gente se ríe, piensa, escucha y se emociona y a mí me gusta estar cerca para comprobarlo. Vamos, que hago reír y llorar lo que me da la gana", asevera. Más aún, teniendo en cuenta que el papel que representa guarda mucho de ella, de ese carácter arrollador y positivo que destila a cada paso y en cada palabra. "Es un personaje muy positivo, lleno de vida y esperanza, que no se doblega en ningún momento a la amargura y el dolor". De hecho, explica María Fernanda D'Ocón, "tiene la esperanza puesta como meta, pese a toda la soledad que acompaña a este personaje".

Mi hijo y yo pertenece a un ciclo que el autor catalogó de "Comedias de guerra", donde se pone de manifiesto la feroz ayuda que desde la retaguardia prestó la mujer en el Londres de la Primera Guerra Mundial al gobierno británico. El espectador se enfrenta en este espectáculo a las historias semanales que un grupo de féminas se intercambian. Entre ellas, las de la señora Sullivan (María Fernanda D'Ocón) y sus amigas la señora Robson, Stodart y Hoover, que en plena reunión semanal reciben una visita inesperada. A partir de aquí a partir se sucede una maratón de emociones que no quiere ser del todo descifrada por la actriz protagonista: "Vamos a mantener el factor sorpresa ante el público gaditano", comenta.

El resto será puesto en escena a las nueve de esta noche, en un Teatro Falla en el que ya actuó con La casa de los siete balcones y al que a María Fernanda D'Ocón le agrada enormemente volver. "En Cádiz la gente es muy entendida del teatro", dice poco antes de confesar su pasión por los carnavales de la tierra. "Voy todos los años invitada por la alcaldesa, aunque este año no ha sido posible porque estaba actuando en Madrid".

En Cádiz recibió además la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2002, en un acto en el que estuvieron presentes los Reyes de España. Un premio al que se suma en su larga trayectoria otros cuarenta y una distinciones más, "que se dice pronto". Entre ellas, cuatro medallas de Oro de Valladolid, el Margarita Xirgu, el Premio Mayte o el Premio Nacional de Teatro.

Ahora, en este punto de su carrera, sólo aspira "a seguir disfrutando y hacer disfrutar con el teatro". Un deseo que hace extensible sobre todo al público joven. "Con el que he podido comprobar en las tres últimas obras que he llevado a escena que una vez que conocen el teatro, se deja arrastrar por su magia. Hasta con los textos más clásicos y sin cambiar una sola coma he visto callar, escuchar, reír y jalear a los críos. Carcajadas que contagian al adulto. Y es así como el teatro se rejuvenece", sentencia.

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