"Hay otro holocausto por el que aún nadie parece preocuparse"

Ángel Arribas presenta hoy en el Casino Gaditano 'El dossier de las mujeres sin nombre'

El escritor Ángel Arribas denuncia en su última novela la doble condición de víctimas de las mujeres en los conflictos. / Joaquín Hernández Kiki
Pilar Vera

Cádiz, 15 de junio 2017 - 08:39

En todo conflicto, las mujeres presentan una doble condición de víctima: como población civil y como botín de guerra. "Una circunstancia que se ha dado y se ha silenciado durante toda la historia. Ya en la Antigua Grecia, en La Ilíada, vemos que Aquiles y Agamenón discuten por una muchacha, la esclava Briseida. Y, de hecho, es por ello que los griegos casi pierden la guerra -explica Ángel Arribas-. El drama es que hoy seguimos siendo ciegos ante esta realidad: ni siquiera hoy la ONU se posiciona activamente ante un hecho como el de las violaciones generalizadas a mujeres cuando las tropas de combate toman una plaza".

Esta injusticia de siglos constituye la espina dorsal de El dossier de las mujeres sin rostro, el libro que el autor presenta esta tarde en el Casino Gaditano.

La protagonista de la historia, Judith, desciende de una de las supervivientes salvadas por Sanz Briz durante la II Guerra Mundial, y ha trabajado junto a Simon Wiesenthal, el gran cazanazis. "Ella le propone trabajar en ese 'segundo Holocausto' que es el vivido por las mujeres pero, como siempre, no es la prioridad del momento. Cuando la oficina cierra, ella tiene la suficiente información como para publicar sus impresiones". En este punto del relato, su historia coincidirá con la de un hombre que investiga a los aragoneses declarados Justos entre las Naciones por el Yad Vashem.

"Entre Ángel Sanz Briz y Sebastián Romero, cónsul de España en Grecia -apunta Arribas-, salvaron a más de 44.000 personas, mucho más que Schindler, pero no tenemos su propaganda".

El hecho de que España terminara convirtiéndose durante la II Guerra Mundial en canal de paso de numerosos judíos europeos obedece, según Ángel Arribas, a que "Franco no quería molestar a sus amigos alemanes y, al mismo tiempo, mostrar un comportamiento humanitario ante los aliados, sobre todo, cuando la guerra fue decantándose. Pero hay que recordar que lo que se daba a los judíos eran visados de paso: que aquí no se quedara ninguno -desarrolla-. Hay algunos autores que sostienen que fue Franco el que ordenó a sus diplomáticos que los salvaran, pero ni siquiera sus descendientes dicen eso. Franco maldijo bastante todos esos discursos de la conjura judeo-masónica".

Ángel Arribas recuerda, además, que el campo de Mauthausen, el que llamaban "campo de noche y niebla, era también conocido como el campo de los españoles: había un contingente primigenio de 927 refugiados republicanos españoles en Francia que, cuando preguntaron al régimen franquista, fueron declarados como 'no españoles' -explica-. Este grupo enseñó a muchos de los que llegaron posteriormente cómo sobrevivir , e incluso hicieron pasar por hijos propios a muchos huérfanos porque sabían que dentro del trato miserable, con ellos tenían más posibilidades de sobrevivir".

El dossier de las mujeres sin rostro está salpicado de pedazos de historias tomadas de la realidad y, al final, cuenta incluso con un glosario de personajes con referencias reales: "Por ejemplo, la historia de la madre de Judith está inspirada en la de Eva Leitman, del Consejo Español de Mujeres Israelitas", señala Arribas.

"Lo que pretendo con este libro es señalar que hay otro tipo de holocausto aún vigente por el que nadie se ha preocupado. Los gobiernos no hacen nada por perseguir los crímenes contra las mujeres y, en el caso de las violaciones de guerra, trasladan la vergüenza y la humillación a las víctimas -prosigue Ángel Arribas-. Y la violencia de carácter sexual no es algo institucionalizado sólo en Oriente: en Estados Unidos, 12.000 niñas se casan obligadas al año. Da la sensación de que el mundo está lleno de simpáticos inoperantes, que decía Mafalda".

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