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Cultura

Otro festival abandona El Puerto

  • Además de la partida de la feria de la industria musical independiente Monkey Week a Sevilla, la muestra de cortometrajes Shorty Week celebrará su cuarta edición en Cádiz

Celebración en El Puerto del III Festival de Cortometrajes Shorty Week.

Celebración en El Puerto del III Festival de Cortometrajes Shorty Week. / jorge roa

En El Puerto los festivales weeks no terminan de cuajar. En enero fue el Monkey Week quien dio la espantada en dirección a Sevilla, por cuyos parques y alamedas ha paseado sus decibelios durante este mes de octubre. El festival del mono llevaba en la ciudad portuense siete ediciones, con una buena acogida de público y crítica. La noticia de su marcha fue un varapalo, ya que el Monkey se había hecho mayor en las calles, plazas, bodegas, bares y salas de música portuenses. Ahora, la ciudad pierde otra convocatoria week, en este caso el Festival Internacional de Cortometrajes Shorty Week, que era más joven que el anterior, pero también contaba con el teatro municipal y con una red de baraderos, pubs y cafeterías, donde se proyectaban cientos de cortos en versión original que llegaban de distintas partes del globo. Además, esta estampida de iniciativas culturales viene a sumarse al declive progresivo que ha ido experimentando la escena portuense con sus maltrechas fundaciones que anteriormente alimentaban el panorama literario de la ciudad.

"Ha sido una decisión muy dolorosa porque cuando uno empieza un proyecto en una ciudad donde te has criado, y vas cumpliendo ediciones piensas que vas consolidando el festival, te conocen los locales, la gente de las instituciones, pero después de tres años la balanza no daba resultado y hemos optado por mantener el proyecto cultural. Era morir o cambiar de aires", explica Mikel Gil, uno de los fundadores de Shorty Week, que celebrará su próxima edición del 4 al 7 de mayo de 2017 en Cádiz "porque pensamos que tiene más posibilidades que en El Puerto y estamos sólo a distancia de catamarán".

Y es que, según los organizadores, la realización del festival ha implicado "una serie de gastos materiales, humanos y económicos que sólo se han cubierto por la voluntariedad de una serie de personas que a su vez sacrificaban parte de su vida personal por este proyecto", situación que esperan revertir en un entorno como Cádiz donde creen que "tanto administraciones como patrocinadores se implicarán más que hasta ahora".

Cabe recordar que tras la finalización de la pasada edición, desde el Shorty Week visibilizaron su descontento con el Ayuntamiento portuense por su lentitud en la firma del convenio de colaboración ("todos los acuerdos fueron realizados de palabra, lo cual nos tenía en vilo hasta última hora, así el convenio llegó tarde y sin garantías para la organización") y por las palabras de la concejala María Eugenia Lara durante la presentación de la III edición donde informó de la aportación de 9.000 euros del Consistorio "sin aclarar que era un pago en especies y no en metálico lo que nos creó una serie de conflictos con diferentes personas y asociaciones que pensaron que el Ayuntamiento nos estaba dando un dinero que, realmente, no nos daba".

Con todo, Gil no apunta "exclusivamente" a este desencuentro con los responsables municipales como factor determinante para la partida del Shorty de la ciudad que lo vio nacer. "Son muchas más cosas, sobre todo, la cuestión de las posibilidades de hacer el festival más sostenible. No es que sepamos seguro que en Cádiz vaya a funcionar pero tenenemos que arriesgarnos", decide.

A la marcha del festival de cortometrajes y del añorado Monkey Week, se une la nostalgia por las programaciones culturales de altura que durante los años de bonanza económica elaboraban las fundaciones portuenses llenando la ciudad de semanas literarias, poéticas, de música, teatro, exposiciones y conferencias.

Todas las fundaciones han bajado su oferta cultural obligadas por la situación económica y por la pérdida de sus cabezas visibles. Las más antiguas, la fundación Rafael Alberti y la dedicada al dramaturgo Pedro Muñoz Seca, sobreviven con dificultades, manteniendo las convocatorias en torno al cumpleaños del poeta, en la que la fundación Alberti invierte sus mayores energías y recursos; y en el caso de la fundación Muñoz Seca, centrada en el Festival de Teatro de Comedias, que es prácticamente la única convocatoria cultural extensa que sobrevive actualmente en El Puerto, junto a una programación teatral consolidada.

Atrás quedaron también los simposios literarios que organizaba la fundación Luis Goytisolo, que proliferó al rebufo de los grandes certámenes poéticos de la fundación Alberti, cuando aún vivía el poeta, pero que llegaron a tener luz propia y trajeron a la ciudad figuras literarias de primera línea, mientras se reconstruía el antiguo y evocador Palacio de Purullena, sede de la fundación Goytisolo, transformado ahora por necesidad en edificio multiusos.

La cultura en El Puerto ha ido perdiendo la posición que tuvo hace años y se encuentra en un estado de letargo por falta de fondos y también por la ausencia de las personas que presidían o dinamizaban las fundaciones: María Asunción Mateo, el propio Luis Goytisolo, la viuda del poeta José Luis Tejada, los descendientes de Muñoz Seca.

A finales de 2015, la fundación Manolo Prieto, presidida por el hijo del que fuera diseñador del Toro de Osborne, anunció que abandonaba la localidad y trasladaba la obra que había dejado en depósito en El Puerto al Museo de Artes Decorativas de la capital de España. Pese a que tenía un local asignado para la apertura del Museo Manolo Prieto en El Puerto, la falta de dinero para su puesta en marcha decidió a su patronato el traslado a Madrid.

Visto el panorama actual, no es asunto baladí afirmar que El Puerto necesita de grandes convocatorias culturales que dinamicen los meses de temporada media-baja y actuar como atractivo para la promoción de un turismo con inquietudes culturales. La programación en el teatro municipal y la organización de eventos y conciertos en salas privadas como Milwaukee, suplen en algo esas carencias, aunque no llegan al nivel que tuvo la ciudad en los años 90, cuando El Puerto fue un gran foro de encuentros culturales.

La concejala de Cultura del Ayuntamiento de El Puerto, María Eugenia Lara, valoró ayer el anuncio de la marcha del Shorty Week a Cádiz, de la que se había enterado ayer mismo por una llamada del gabinete de prensa municipal. "Nos ha extrañado mucho, no nos han llamado ni una sola vez en todos estos meses", aseguró Lara, quien sin embargo no se toma demasiado a pecho este desaire, ya que como dijo "la Cultura es así, nace, crece, se mueve...".

Según afirma la responsable municipal de Cultura de El Puerto "desde que se celebró la pasada edición no habíamos tenido noticias de ellos, no se han puesto en contacto con la Concejalía de Cultura". Lara recuerda además que se les había prácticamente triplicado la inversión municipal en este festival, llegando hasta los 9.000 euros, si bien es cierto que no se trata de una ayuda en metálico sino que es el presupuesto que suman la cesión del teatro y otros espacios públicos, uso de material etcétera.

María Eugenia Lara no quiso entrar a valorar esta ausencia de comunicación con el Ayuntamiento ante la marcha consumada del festival, aunque sí insistió en que la Concejalía de Cultura está inmersa en numerosos proyectos que vienen pisando fuerte, como una segunda edición del festival de cine de terror Insomnia o la creación de un nuevo festival de cortometrajes portuenses. "Hemos apostado por ellos pero no sé qué querían", dijo Lara, quien insistió en que pese a la marcha de festivales como el Shorty o el Monkey Week no hay que ser derrotistas "porque en Cultura podemos hacer mil cosas", aseguró.

T. Almendros

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