Cultura

"No hay amor sin admiración"

  • Almudena Grandes demuestra su devoción por el escritor sanluqueño con una ponencia en el Seminario dedicado a Mendicutti · La autora publicará en marzo de 2012 la segunda entrega de sus 'episodios'

Cariño, ternura, atracción, deseo, simpatía... Cualquier sentimiento pero amor... "No hay amor sin admiración", dice Almudena Grandes mirando a los ojos al hombre que le abrió las puertas "de todos los cócteles literarios de Madrid". Un hombre que ahora está sentado entre el público para escuchar lo que de él cuenta, con esa voz fuerte, de carácter, la escritora enamorada de las visiones del escritor y de la valentía de la persona. La mira, atento. Él también parece, en cierta manera, enamorado de su voz grave, de sus frases rotundas. "No podemos amar de verdad a quien no admiramos al igual que es imposible admirar a quien odias", prosigue ella que, a ratos, se atusa el pelo que, siempre, mueve las manos. "Lo mío, por Eduardo es amor verdadero" , sentencia como advirtiendo de toda la belleza, de toda la verdad, de las palabras que pronunciaría la literata durante su intervención en el II Seminario de Literatura Actual que analiza la figura de Eduardo Mendicutti.

No hay amor sin admiración. Será otra cosa. Pero entre esta "pareja de hecho" de saraos y veladas literarias ("él no tenía con quién ir y yo me ofrecí siempre a ser su pareja", cuenta la autora de Las edades de Lulú sobre el principio de una gran amistad) existe una química especial que, literariamente hablando, Grandes achaca a que "Eduardo es un homosexual que escribe como un heterosexual y yo soy una mujer que escribe como un hombre".

Una aseveración -que después matizará y en la que profundizará- que explica ese lugar particular desde donde el escritor se coloca "para, con una mirada honesta, devolver una imagen universal". Es decir que "Eduardo escribe que un hombre se enamora de otro hombre como si todos los hombres se enamoraran de todos los hombres". Escritores, al fin, sin rotular. "Que rechazan, que desbordan cualquier tipo de etiquetas", dice la creadora de El corazón helado.

Almudena habla de Eduardo, de sus libros, de sí misma y de la influencia del hombre y del escritor sobre su vida. Y habla como sólo lo sabe hacer Almudena. Con su timbre que despierta, que espabila. Con esas palabras a medio camino entre lo sensual y lo espiritual; lo filosófico y lo mundano. "Igual que puedo contar mi vida por mis novelas, puedo contarla también por las novelas que ha escrito Eduardo", asegura.

Por eso, cuando la narradora ("Eduardo y yo somos puramente narradores, creo que es lo único puro que hay en nosotros", ríe) habla de ese traje de oficinista escondido en una maleta que pertenece al travesti de Una noche tan buena no la tiene cualquiera rememora, no sólo los comienzos de su amistad con Eduardo, también ese espíritu de "vivir el exceso sin culpa" que para Almudena es "la verdadera esencia de los 80". Un libro que la escritora tilda como "la mejor novela sobre el 23-F que se ha escrito desde el 89". "Toda esa fiebre y toda esa angustia queda reflejada en ese traje de oficinista encerrado en una maleta", insiste.

La vida de Almudena y de Eduardo, la obra de Grandes y de Mendicutti, se vuelven a imbricar Con Malena es un nombre de tango y Los novios búlgaros. "Cuando me comentó Eduardo lo de los novios búlgaros, me acuerdo como ahora mismo, fue en el Carmencita, en la calle Libertad, le dije que tenía un butanero en mi novela que me venía muy bien que fuera búlgaro. ¿Lo puedo hacer búlgaro?, le pregunté, y él me dijo que sí pero que no le robara el nombre", ríe al contarlo la escritora.

El palomo cojo, otra de las novelas preferidas de Grandes del conjunto de la obra del sanluqueño ("me cuesta escoger entre Una noche tan buena, Los novios búlgaros y El palomo cojo... Fueron años muy buenos... Éramos tan jóvenes..."), está unida al recuerdo de su estancia en la Posada del Palacio en Sanlúcar en los años noventa. "Esa casa pertenecía a los abuelos de Eduardo y es donde transcurre la novela", descubre.

"Con California, la novela que siempre decía que iba a escribir y que siempre retrasaba, pensé que había llegado a algún sitio". "El beso del cosaco es la menos homosexual, los escritores a veces hacemos eso, es como yo cuando no escribo de sexo". "Mae West y yo es la mejor novela que se ha escrito sobre el cáncer".... Así, la escritora va repasando las obras de Mendicutti. Y los personajes. "Soy fan de Ganas de hablar, bueno, soy fan de El Cigala, un personaje que está inspirado en una persona real y que me llegó tanto que le puse su nombre, el real, a uno de mis personajes", confiesa.

"Tener cerca a Eduardo Mendicutti es un regalo, he aprendido mucho al escribir a la vez que Eduardo y viviendo a la vez que Eduardo", considera Grandes sobre un hombre "valiente", con "un coraje" que siempre "le acompaña en su trayectoria literaria y personal". "Nunca se ha escondido pero tampoco se ha dejado mimar por el calor del gueto en los duros inviernos", piropea, recuerda, casi reclama la escritora que se va emocionando, que se pone "nerviosa" cuando habla de su amigo con quien comparte territorios literarios como Madrid, el deseo, los límites siempre tratados "desde los márgenes".

Comparten una manera de concebir la literatura. No hay nada que se les escape. Todo lo tienen pensado, aunque ella trabaje cómodamente desde su silla ergonómica y él en la incomodidad que le ofrece la perspectiva de una mesa baja desde su sofá. (Ella, como anunció a este periódico minutos después, a la espera de que "en marzo de 2012" salga a la luz su segunda novela de la serie de episodios nacionales que se inauguró con Inés y la alegría y en proceso de escritura de la tercera). "Somos lentos, pero seguros. Cuando empezamos una obra, la acabamos". Escritores que describen una tórrida escena de cama con la naturalidad de quien cuenta un desayuno. Escritores en un estado de inocencia literaria que les provoca escribir como quieran. ¡Y cómo!

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