Yo no estoy loca | Crítica

Todas locas

  • La compañía colombiana Teatro Petra lleva a escena en el Teatro del Títere La Tía Norica la obra ‘Yo no estoy local’, con Marce Valencia

La actriz Marce Valencia interpreta a Cielo en la obra ‘Yo no estoy loca’.

La actriz Marce Valencia interpreta a Cielo en la obra ‘Yo no estoy loca’. / Fito Carreto

Yo no estoy loca. Cielo comienza su monólogo con una declaración de principios. Pero todos los principios, por muy profundos y verdaderos que sean, merecen una explicación. Es lo que hace en la hora y cuarto siguiente. Intenta convencer al público de que no está loca, por más que lleve escuchando toda su vida lo contrario. Se lo han dicho su madre, sus amigos, sus amantes, el señor que la atiende en la ventanilla de la seguridad social… Es hora de poner las cosas en claro.

¿Quién está loca? La mujer que lucha, la que no se inclina, la que dice lo que piensa, la que se acuesta con quien le da la gana, la que expresa sus sentimientos –el amor y la ira–, la que no entiende de venganzas torpes, la que conmueve con su sinceridad… Es fácil estar loca en una sociedad mojigata que la quiere modosita, sufrida, callada, invisible. Es fácil estar loca en una familia tradicional en la que las apariencias importan por encima de todas las cosas. Es fácil estar loca en un país –hablamos de Colombia, pero es tremendamente sencillo extrapolar situaciones– en el que la injusticia configura el estado de las cosas. Y no conviene protestar, gritar, enfurecerse, ser demasiado buena o demasiado mala. Si eres, estás loca. Si te anulas, no lo estás.

Marce Valencia es actriz, una actriz de una pieza, y por tanto está loca, como Cielo. La entiende bien, a la perfección, son un mismo cuerpo y un mismo corazón sobre el escenario. No se adivina un resquicio en su trabajo. Valencia hace lo difícil sencillo. Encarna un personaje con el que parece tener conexiones evidentes, por eso su interpretación es viva, refrescante, llena de pasión y a la vez rigurosa. Bien dirigida por Fabio Rubiano, parecen formar el tándem perfecto.

Rubiano firma también un texto valiente, bien estructurado, capaz de conmover, de hacer reír, también de hacer reflexionar. Juega con el lenguaje. Pone en marcha todos los mecanismos esenciales para llegar al público. Domina los tiempos necesarios para que el respetable se divierta sin apabullarlo, para que entienda la seriedad del asunto que se trata sin remitirlo a una solemnidad vacía.

La propuesta de Teatro Petra consigue los mejores resultados con una escenografía sencilla: unas cuantas sillas desparejas, que la propia actriz va cambiando de sitio, lámparas que cuelgan del techo y poco más. Nada distrae para que la interpretación y el texto logren los efectos deseados.

Yo no estoy loca nos invita a tirar la primera piedra, a tomar partido –o no– por esta mujer que representa a tantas otras. La conclusión es insoslayable. La risa ha surtido su efecto catártico. La empatía con Cielo, con todas las mujeres que como ella no se rinden a los estereotipos, parece inevitable, al menos mientras dure este resquicio para la verdad que es el teatro y el aire fresco de la calle no borre nuestras buenas intenciones.

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