Arte

Sutiles miradas de emoción

  • Fali Benot ofrece en Cádiz una exposición colectiva con las obras de muchos de los artistas que constituyen su bien surtido fondo de galería

Algunas de las obras incluidas en la exposición colectiva de la galería Benot de Cádiz.

Algunas de las obras incluidas en la exposición colectiva de la galería Benot de Cádiz.

Las galerías de arte con solera presentan muchos matices que descubren la manera de ser de sus gestores, de sus dueños o de lo que, ahora, más modernamente, se dice: sus directores. Algo que, por otra parte, no es nuevo. En otro sentido y por otras circunstancias, el gran Juan Belmonte lo dijo con contundencia: “¡Se torea como se es!”. Absoluta verdad. El ejemplo lo hemos tenido en los últimos años, en las galerías que todos conocemos. No hay que especificar porque entre ellas, ha habido muchas muy buenas, con directores muy buenos y ofertando cosas muy buenas; y ha habido otras menos buenas, convertidas casi en meros bazares de cosas inexplicables, al frente de las cuales existían personajes espurios que sólo buscaban su ego personal, que no sabían quien era Kandinsky y que iban por el mundo ofreciendo las mismas pamplinas que poblaban sus calenturientas mentes. Piensen un poco y sabrán ponerles nombres a unos y a otros.

La galería Benot viene funcionando, desde hace más de treinta años, como es Fali Benot, su mentor, su dueño, su director y su todo. No es el galerista, ese galerista actuante al que, poco más o menos, hay que rendir pleitesía y pedir cita a través de una instancia con muchas pólizas –¡No tiene años el que esto les escribe!, ¡Instancias y pólizas!; ¡Pleistoceno puro!–. Tampoco es el galerista falto de recursos ni de ideas que se deja apabullar por lo que le va llegando. Fali Benot actúa en su galería de la avenida Cuatro de Diciembre con normalidad, sin afectación, viendo lo que le traen y, si ve posibilidades, aceptando lo que llega. Además, es fiel a sus artistas –no sé muy bien si es correspondido siempre por estos– y su catálogo es más bien un libro de familia donde están inscritos sus amigos. Es, por tanto, y eso me gusta mucho por lo poco habitual, casi todo un antigalerista al uso.

En la exposición que se presenta en su espacio gaditano; ahora con bastantes problemas para llegar por las obras en todo el entorno de la plaza de España, nos encontramos una muestra colectiva que constata a la perfección lo que venimos diciendo. Muchos de los artistas que constituyen su bien surtido fondo de galería y que, la mayoría, vienen trabajando con ella casi desde sus comienzos, están presentes en una exposición que, además, refleja bien a las claras el abierto ideario artístico del galerista. Obras de algunos de sus tradicionales autores, Carmen Bustamante, Cecilio Chaves, Isaac Cruces, Jorge Galindo, Rosana Sitcha, María Escalona, Hernán Cortés, Augusto Arana, Javier Banegas, entre otros, que conforman la exposición con obras de Alberto Corazón, Luis Feito y Rafael Canogar. Artistas que amplían los horizontes de un arte que, en la galería, han tenido cobijo sin alterar mucho los conceptos de unas programaciones, con mucho fundamento artístico.

La muestra suscribe relatos de una plástica muy bien sustentada en todos los aspectos. Desde los planteamientos de aquel abstracto que, en el Paso, abrió los horizontes de lo mejor que se ha hecho en el último tiempo en la creación pictórica española –Feito y Canogar–, con la clarividencia de Alberto Corazón y la rigurosidad de Hernán Cortés, hasta muchas de las circunstancias que han intervenido en la pintura de Cádiz de ahora mismo, con las excelencias de una Carmen Bustamante, creadora de un paisaje marítimo gaditano personal e intransferible, con la sutileza y sensibilidad pictóricas de María Escalona, la solvencia en el paisaje urbano de Cecilio Chaves, la claridad estructural de Rosana Sitcha, los dominios lumínicos de Isaac Cruces, la pulsión pictórica de Jorge Galindo y las estrictas formulaciones de Javier Banegas. Todo con el aporte escultórico de un Augusto Arana, siempre magistral en el desarrollo matérico de una escultura llena de rigor y fuerza plástica.

Se trata de una exposición que nos conduce por las amplísimas avenidas de la emoción; allí donde anida una realidad que no tiene vuelta de hoja y que va a perpetuar esos esquemas que dan criterio a un arte abierto a todo y a todos.

La muestra que Fali Benot ha organizado no se queda en las paredes de los propios espacios de la galería sino que continúan en unos fondos donde esa rigurosidad en las formas que, desde hace más de treinta años, se han venido manteniendo, se hacen presentes. Así nos encontramos con obras de Juan Ángel González de la Calle, Manolo Cano, Ricardo G. Urréjola, Marina Anaya y un largo etcétera que amplían los buenos argumentos de una de las pocas galerías que existen en la provincia de Cádiz.

De nuevo el galerista gaditano vuelve a sentar las bases de un arte imperecedero que llega a todos y convence por igual. Pintura buena y escultura seria para un momento necesitado de felices circunstancias en el que brille permanentemente esa ilusión que tanta falta hace. Miradas pulcras que encierran momentos de suma intensidad.

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