"Sigo siendo 'elbicho' que canta"
El compositor protagoniza esta noche en Conil la segunda cita del ciclo Conciertos en la Torre El artista vuelve a la tierra donde comenzaron sus actuaciones con su anterior proyecto
Divisa la costa gaditana y la máquina del tiempo comienza a activarse en su cabeza. "Esto es un reencuentro con mi pasado reciente porque aquí fueron los principios de ElBicho". Miguel Campello se acuerda de chiringos y salas de Los Caños y Zahara. Hoy el carismático músico e intérprete llega a Conil para la segunda cita del ciclo Conciertos en la Torre.
-En este ciclo se unen música y patrimonio, ¿motiva más tocar en un entorno con el de la Torre de Guzmán?
-Sí, se agradece porque a veces acaban llevando la música al extrarradio para no molestar. Además, cuando se utilizan sitios especiales, tú también te creces.
-¿Qué pasará en este concierto?
-Yo tiro de todas mis cosas, de todas mis letras. Muchas veces no importa ni el orden de las canciones, lo decidimos quizás una media hora antes. Escucharemos desde Mamá Dolores del primer disco hasta la última que hayamos hecho. Bueno, una selección (ríe).
-Chatarrero II, ¿por qué?, ¿porque las canciones surgieron a la vez que las de Chatarrero I y dividió en dos discos?
-Pues sí, por eso. Y por eso mismo existe el III. Cuando te pasas ocho horas de viaje en una furgoneta, puedes permitir el lujo de escucharte a ti mismo y van surgiendo frases que con el tiempo se van convirtiendo en más largas, más largas, hasta que se convierten en canciones. Y, por otro lado, había también ganas de probar otro tipo de fórmula. Yo soy una persona que soy muy inquieta y me gusta probar nuevos sonidos. La cosa es hacerlo bien. Hay música de todo tipo bien hecha. Hay reggaeton bien hecho, música electrónica bien hecha... No importa el tipo de música sino cómo se hace esa música.
-¿Quién era el chatarrero?
-Mi abuelo. Fue uno de los oficios que tuvo. En el fondo es que era un oficio que antes, como está ocurriendo ahora, se utilizaba porque estaba la cosa bastante fastidiada. Ahora, de repente, te vuelves a encontrar a gente con su carrito, su motito, llena de cosas para intentar venderlas y sacar adelante su vida. Y yo hago igual con mis canciones, reciclar las frases que guardo, mi material. Ahora Chatarrero es mi segundo apellido.
-¿Le costó salir de la piel de ElBicho?
-No porque no me he salido. Chatarrero y ElBicho son dos cosas diferentes pero, a la vez, muy parecidas. Yo llevo siendo yo un montón de tiempo, no me he ido de ningún lado. Sigo siendo elbicho que canta. La historia de parar con ElBicho no es por ninguna cosa de mal rollo, no es que nos hayamos peleado ni nada. Nosotros somos un grupo de colegas que nos hemos dado un tiempo porque lo necesitábamos. Pero seguimos viéndonos, seguimos intentando organizarnos para sacar un nuevo disco pero de una manera muy relajada, porque nosotros queremos volver no por la gente, queremos volver para hacer un buen disco, si es bueno ya vendrá la gente. No hay prisa.
-¿La botella de vino y el cigarrito en los conciertos son elementos fetiches ya?
-Se han convertido en eso. El vino es seco pero me gusta en el escenario, si fuera cubano llevaría una botella de ron. Y, bueno, lo del cigarro cada vez se está poniendo más complicado. Pero si no me dejan me lo fumo un ratito antes en camerinos y listo.
-¿Sus acrobacias son más apropiadas que nunca en estos momentos de sortear obstáculos?
-Pues oye sí (ríe). Tiempo de acróbatas... Conmigo siempre han ido y salen si tengo hueco en el escenario. A mí me han ayudado mucho las volteretas... Dar volteretas fue uno de mis primeros trabajos.
-¿En serio?
-Sí, sí. Cuando me fui de Elche llegué a Madrid y me cogieron para dar volteretas. Yo llamé a mis colegas emocionado, me dan 50.000 pelas por dar dos volteretas tíos... Qué fuerte... Pero vamos que el trabajo consistía en hacer promoción de un producto, era un espectáculo con unos músicos, pero vamos, yo era un personaje como un rollo hip hop, daba dos volteretas y punto pelota.
-Ahora lo de las volteretas se ha convertido es algo más, ¿no?
-Pues sí, ahora es mi manera de volar. Durante un segundo no toco el suelo ni con las manos ni con los pies, despego. Y luego, vuelvo a caer sobre el suelo fuerte, vuelvo a pisar la tierra de forma contundente. Es un chute de adrenalina.
-'Pájaro que vuela libre', dice ¿Hay ataduras en la música?
-A día de hoy gracias a cosas que, por otro lado, han hecho que esto se vuelva un poco complicado, hablo de internet, se puede ser bastante libre. La industria se ha ido al garete porque la gente ya no paga lo que consume pero, de alguna manera, sí que lo pagan, porque todo el mundo paga una cuota a Telefónica o cualquier otra compañía que te pone internet y te crees, yo me incluyo también, con el derecho a consumir eso, la música, el cine, lo que sea, porque pagas al mes. Y qué quieres que te diga, pues que si no quieren que la gente tenga esas cosas gratis pues que no le pongan internet, yo que sé. Es que es bastante complicado. Yo de todas formas, sí te digo que la libertad a la hora de componer y de crear, eso no me lo quita a mí nadie, ni nadie debería dejar que se la quitaran. Y cantar, igual, a mí no me corta cantar para quince personas en el garito de un colega. Yo no empiezo a cantar porque esto se fuera a convertir en mi manera de ganarme la vida sino porque yo ya cantaba de forma natural y tocaba instrumentos de siempre. Esto es lo único que no nos van a quitar. No nos pueden quitar las ganas de crear.
No hay comentarios