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Flamenco

Sara Baras con 'Alma' de bolero| Yo sé por qué te quiero

  • Ovación cerrada para la artista gaditana en la primera de sus tres noches en el Gran Teatro Falla con su última propuesta que está dedicada a su padre

  • Ha sido también la primera noche del cantaor Matías López El Mati en la compañía de Sara Baras

Sara Baras y Matías López 'El Mati', al fondo, durante 'Alma' en el Falla.

Sara Baras y Matías López 'El Mati', al fondo, durante 'Alma' en el Falla. / Lourdes de Vicente

Yo sé por qué te quiero, y no es porque tenga alma de bolero. Te quiero por salirte de los límites de la escena, arrimarte al abismo del foso y dejarte hacer por el Te adoro de Israel Fernández (aunque su voz se sirva en lata). Te quiero por decir: "¿Triki, no vas a salir a darle una pataíta a papá, que yo ya se la he dado?". Te quiero porque ofreces certezas, seguridad, en tiempos de incertidumbre, de equilibrios, de inestabilidad y precipicios. Te quiero por ir por libre, ajena a modas y modos. Te quiero por la verdad de tu soleá. Por tu Alma de bolero y por tu corazón flamenco. Te quiero por más de 12 minutos de fin de fiesta. Yo sé por qué te quiero y por qué te quieren. Por más de 25 años de Sara Baras siendo Sara Baras, sin trampa ni cartón. Por eso se levantan una y otra vez, año tras año, fieles tus paisanos, para aplaudirte en el Falla.

No fallaron este jueves, en la primera de tus tres citas con el principal coliseo gaditano, para jalearte y animarte ("¡tú eres fuerte, Sara!, "¡lo mereces todo!") en un espectáculo sencillo, que no fácil. Porque en Alma lo que Baras pone en juego son sus emociones envueltas en una minimalista puesta en escena para atemperar el ambiente al calor de un cabaret de la era dorada del género. Y nada más, ni falta que hace, para leer en sus coreografías y sus bailes la historia de un amor.

Porque Alma (o Alma de bolero) es el amor de una hija a su padre, quizás una promesa, quizás un deseo, seguro, un tributo. Y qué mejor manera de expresarlo con su lenguaje (el flamenco) pero integrando las palabras del género grande de la canción cubana. El bolero es la vida. Y en la vida cabe el amor, y la pérdida. "No pasa nada si me tiembla la voz, estoy en casa", confirmaría la artista, muy emocionada al finalizar la función, esa sensación de familiaridad que tuvimos durante todo el espectáculo.

Una propuesta donde se bailó por soleá y al garrotín, por seguiriyas y jaleos ajustándose a las hechuras de Nostalgia, de Remolino, de Señora, dejando cuadros aplaudidísimos como ese paso a dos de la artista con su paisano Daniel Saltares que pronto se convierte, y se engrandece (y no sólo en número), en un paso a tres con la entrada de la primera bailarina. La voz pregrabada de Rancapino Chico pronuncia un Algo contigo emocionante que no hace más que seguir sumando y sumando intensidad y sensibilidad al trío.

Mejor si las colaboraciones cobraran carnalidad, claro, sobre todo la de doña Juana la del Pipa en su gitanísimo Toda una vida (qué privilegio sería verla allí con Sara), aunque es de ley destacar que con Rubio de Pruna (vaya Te extraño, vaya Contigo aprendí) y con el estreno en la compañía de Matías López El Mati  echar de menos ni es una opción ni es de recibo. Y menos si Keko Baldomero (enorme) ponen el orden todo este universo sentimental de la dueña del palíndromo del duende.

Una constelación que se sirve más en maridaje que en fusión de géneros, que se besan, que se rozan, más que hacerse el amor. Se buscan, se complementan, sin pretensión, sin obligación. Y ahí puede que esté la grandeza de este sencillo Alma. En la honestidad de no someterse a las dictaduras de la sorpresa o del más difícil todavía (si es que no existe una inclinación real). Baile. Bailar. Por Sara Baras, siendo Sara Baras, que me parece más libre que nunca. 

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