Raúl Fernández Pérez, un joven escultor y pintor gaditano a tener en cuenta

El joven escultor y pintor Raúl Fernández Pérez nace en Cádiz en 1984. Desde muy joven se siente inclinado por la escultura y cuenta que siendo niño le gustaba con alfileres modelar trozos de tiza hasta conseguir sus primeras representaciones en la escultura.

En Cádiz, antes de comenzar en la Escuela de Arte, coincide con Luis González Rey con el que mantiene una gran amistad. En 2001 conoce al escultor Antonio Cerero y Antonio Aparicio Mota, que también ejercieron de profesores en la escuela por aquellos años. Por las tardes complementaba sus estudios con Alfonso Berraquero García, que marcaría un antes y un después en su trayectoria profesional.

Los que hemos tenido la suerte de compartir aquellos años del alumnado y magisterio de Alfonso sabemos cómo además de enseñar los primeros pasos en modelado, sabía a la vez transmitir la ilusión por el arte en general, creando ese clima que narran algunos historiadores propios del Renacimiento.

En el año 2004 ingresó en Bellas Artes de Sevilla aprendiendo con varios maestros de la talla de Daniel Bilbao Peña colaborando con él en varios estudios. Continuará con Sánchez Baillo, quien le introduce en las técnicas del dibujo y Francisco Cortés mejorando las técnicas escultóricas, sin olvidar a Jesús Sánchez Casado profesor de pintura aprendiendo a valorar la técnica del color. En 2009 participa en la Beca Erasmus en Florencia y es entonces cuando conoce a Robiello, profesor innovador en el arte de la piedra sin olvidar a Antonio di Tomaso en modelado.

En 2011 realiza un máster de Arte, Idea y Producción, cursando posteriormente FP en la Escuela de Arte de Sevilla, en la modalidad de Arte Aplicada en la Escultura. Al mismo tiempo combinaba las tardes con el imaginero Rubén Fernández Parra, con el estuvo dos largos años.

Todo lo expuesto confluye en Raúl con el resultado evidente de ser un dibujante excepcional y un escultor de primer orden que ha propiciado la participación en varias exposiciones y algún que otro galardón por su obra. Sus últimos trabajos en sendos campos así lo manifiestan. Destacan, por ejemplo, sus bustos en barro cocido y policromados al óleo, así cómo apuntes uno en sangina con clara reminiscencia a Luisa Ignacia Roldán, la Roldana, y un bosquejo al óleo, sin olvidar las copias de grandes maestros que muestran más que suficiente su valía.